viernes, 8 de noviembre de 2013

Los violadores

Con la transgresión de las normas carcelarias protagonizada ayer por el condenado ex presidente Alberto Fujimori, el fujimorismo confirma que sigue invicta su vocación por usar la ley como un chicle que estira según su necesidad particular.
Eso hizo ayer Fujimori en la Diroes tras suspenderse la audiencia donde se le juzga por su responsabilidad en el caso de la prensa chicha, cuando, al final de la misma, y con la cooperación de dos congresistas –Julio Gagó y el hijísimo Kenji–, el condenado ex presidente llamó por teléfono a RPP para ser entrevistado.
Salvo para los que quieran hacer ‘interpretaciones auténticas’ de las normas, eso es una transgresión evidente, incluso para un condenado con una prisión VIP como Fujimori.
Esta columna cree que un preso –incluyendo a Fujimori– no debe, salvo excepciones, perder su libertad de expresión, pero su primera obligación es cumplir las normas.
Por ello, Fujimori debe ser sancionado de acuerdo con las reglas del INPE. Asimismo, se debe investigar en la Comisión de Ética a los dos congresistas que lo acompañaron para determinar si tuvieron un comportamiento cómplice y, si este fue el caso, ser sancionados.
RPP, en cambio, no cometió una falta pues cumplía con su papel de informar cómo un ex presidente condenado transgredía las normas con la ayuda de un par de congresistas. Lo mismo ocurre con la revista Correo Semanal, que hace poco publicó otra entrevista a Fujimori.
La responsabilidad de fondo acá es de una agrupación política como el fujimorismo que ha hecho de la violación a las leyes, acomodándolas a su conveniencia cómo y cuándo le da la gana, un patrón de comportamiento, un estilo institucional.
Alberto Fujimori cree que puede seguir haciendo lo que quiere olvidando que tiene una condena por su papel en graves hechos de corrupción y asesinato, mientras su hijo el congresista Kenji se convierte en huachimán de su padre para que este viole la ley; su hija la candidata Keiko festeja en el Twitter estas transgresiones a las normas; y la ahijadita Martha Chávez tiene que ser defenestrada por el Oficial Mayor del Congreso –no por sus colegas, ¡qué vergüenza!– por querer aconchabarse indebidamente en un grupo parlamentario de derechos humanos en el que su presencia –por ser una promotora entusiasta del ataque a la defensa de los derechos humanos, y defensora del Grupo Colina– es una ofensa al país y a la memoria de personas asesinadas y de sus familiares.
Es el fujimorismo en acción. Si esto ocurre ahora que son oposición, ¿pueden imaginarse lo que estaría sucediendo hoy en el Perú si Keiko Fujimori hubiera ganado la presidencia hace tres años? ¿Y, también, si la ganara en el 2016?

No hay comentarios:

Publicar un comentario