domingo, 24 de noviembre de 2013

Humala garantizado

Mario Vargas Llosa acaba de comentar que el gobierno actual, “hechas las sumas y las restas, está siendo impecable”. La aritmética del escritor no entra en detalles, pero a juzgar por anteriores declaraciones, se refiere a que Ollanta Humala sigue cumpliendo sus últimos compromisos del 2011: centrismo, economía ortodoxa, democracia liberal.
Las restas mencionadas podrían ser una alusión a las críticas que su hijo Álvaro le viene haciendo a Humala, cada vez más frecuentes y más ásperas. Cosas como llamarlo el responsable máximo de la crisis en torno al caso López Meneses, acusarlo de tolerar un gobierno paralelo, o exigirle cambios drásticos en el gabinete.
No es el único con ideas divergentes en el entorno del escritor. En setiembre Fernando de Szyszlo elogió enfáticamente a Alan García como político en su segunda gestión, al grado de sostener que votaría por él en el 2016. Poco después Vargas Llosa hizo un elogio contrapuesto a Humala como presidente.
Álvaro Vargas Llosa ha estado emitiendo comentarios totalmente pegados al día a día político, mientras que Mario Vargas Llosa hace los suyos desde cierta distancia. Mucho más como un balance de la marcha del gobierno que como intervenciones en la coyuntura. Evidentemente ni la óptica ni el tono son los mismos.
En términos generales (“las sumas y las restas”) el escritor ha ganado su apuesta del 2011. Es casi imposible que en los años que le quedan Humala se convierta en el tipo de político que asustaba a la derecha en otros años. El garante ha patrocinado un producto de garantía. Sus comentarios de encomio ahora ya son un servicio posventa.
En tal medida el papel de garante ha pasado de ser un freno político a posibles tentaciones a ser algo así como un cargo honorífico, que sirve para recordar que la última de las promesas electorales que hizo Humala viene siendo una promesa cumplida. No hay manera de saber qué puede estar pensando Humala sobre este recurrente recordaris.
La habilidad del escritor ha sido no extender su garantía a la coyuntura política, ya que esta no la puede garantizar nadie. Esto lo ha logrado a pesar de su temperamento pugnaz y de que, se dice, alguno de sus amigos en el gobierno le ha reclamado con insistencia opinar sobre uno u otro asunto cotidiano de tinte polémico.
Por eso cuando el hijo Álvaro emplaza al padre a asumir su papel de garante frente a la coyuntura, es evidente que el politólogo no está entendiendo del todo esa ubicación en el año 2013. No se trata de presionar al gobierno para que vaya mejor, sino de recordarle al público de que la cosa pudo haber sido peor. Impecable: incapaz de pecar

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