Por: Alan Salinas
Te escribo al culminar un homenaje a Victor Raúl que se realizó en el colegio San Ildefonso de la Ciudad de México en conmemoración de los 92 años de fundación del Apra. El mítico lugar de origen del aprismo continental.
En este acto, los miembros del Partido Revolucionario Institucional (PRI), que fueron invitados, comentaron su propio proceso de renovación tras haber perdido el Gobierno luego de 70 años. Más allá de las críticas que pudieran existir hacia su gestión, hay dos experiencias que quisiera revelar por ser aleccionadoras para el aprismo actual.
La primera es el trabajo político en los niveles subnacionales. Si bien el PRI había perdido el Gobierno nacional, mantuvo muchos Gobiernos estatales y locales, lo cual le permitió mantener la presencia de sus cuadros en la gestión pública y le dio una capacidad de movilización que fue vital para mantener la vigencia partidaria. Vale recordar que Enrique Peña fue previamente un exitoso gobernador del Estado de México.
La segunda es la apertura de la organización a la ciudadanía. Durante décadas, el PRI mantuvo la imagen de máquina electoral cerrada. De ahí que el cambio viniera con la apertura al voto de cualquier ciudadano en la elección de sus autoridades internas y candidatos; la aparición de mecanismos de transparencia para acceder libremente a información del partido, sus finanzas, y actividades; la inserción de ciudadanos con miltancia en organizaciones locales en sus listas; entre otras.
De alguna forma, ambas experiencias tienen como común denominador la necesidad de acercar al partido a la ciudadanía, ya sea desde la política local (que siempre es más cercana a la gente) o convirtiéndose en un auténtico instrumento de participación y cambio social.
Como ves, se trata de transitar de un partido de militantes hacia un partido de verdaderos ciudadanos, integrados a su comunidad y útiles para el servicio público. El ejercicio pleno de la civitas, nuestra urgente reinserción en ¨las soñadoras muchedumbres que irán abriendo el camino¨ de las que ya hablaba Víctor Raúl hace 92 años aquí en San Ildefonso.
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