sábado, 10 de agosto de 2013

¿Quién le cree al gobierno?

La huelga médica está en su cuarta semana y de las desavenencias se ha pasado al conflicto abierto. Para los médicos, y para las enfermeras que se les han sumado, es una cuestión de principios y de dignidad. La misma ministra de Salud que hoy los enfrenta y pretende descalificarlos es quien les prometió un incremento de 1500 soles para que terminaran la huelga pasada. Hoy se atreve a decir, varios meses y amarguras después, que ese aumento prometido no es posible. Y de vincularlo con una reforma de salud que ojalá se concrete con la participación en su diseño y ejecución de los profesionales de la salud hoy malamente decepcionados por las promesas incumplidas.

María del Pilar Tello
María del Pilar Tello
Opinión
¿De quién es la responsabilidad de esta situación en la que se acumulan desencantos y desencuentros? Las calles han expresado indignación y la protesta no es cosa del pasado, es actual, con una frustración que se acumula. La credibilidad del Estado y de las más altas autoridades está siendo mellada lo cual abona en la deslegitimación que afecta a los poderes del Estado y a los partidos políticos.

Nadie podría estar en desacuerdo con la reforma del Estado, con la de la Educación, o de la Salud, pero el gobierno está manejando estos aspectos neurálgicos con la delicadeza de un elefante en una cristalería. Hoy tiene en las calles a médicos y enfermeras, ayer tuvo a jóvenes y estudiantes universitarios, mañana a empleados públicos y trabajadores, y sigue la ronda. La administración pública junto con los servicios y la seguridad están en la agenda de las urgencias pero las propuestas no tienen el favor de los principales involucrados. Ni las universidades, ni los empleados públicos ni los médicos y enfermeras se sienten parte del aliento reformista que parece animar al Presidente y su entorno sin que logren conectarse con quienes serían sus actores y beneficiarios. Se requiere diálogo, seriedad, esfuerzo sistemático. No bastan las declaraciones y los discursos. Coherencia para que el gobierno cumpla con lo que promete. Para que negocie con las centrales sindicales prontas a realizar un paro nacional. Para que explique y difunda lo positivo de las reformas planteadas a quienes deben ejecutarlas.

Se agrega al descrédito del Ejecutivo y del Congreso el del Poder Judicial, a partir de las recientes grabaciones conocidas que desacreditan a altos funcionarios vigentes y actuantes. Demasiados frentes, excesivo descontento acumulado, ausencia de autoridades legitimadas, partidos débiles y con escasa iniciativa. ¿A qué estamos jugando? No podemos mantener el enfrentamiento y la tensión indefinidamente. La crisis de confianza en el gobierno, en los políticos y autoridades, nos afecta a todos. Excesivo enfrentamiento y deslegitimación lleva indiscutiblemente a la inestabilidad. ¡Cuidado!

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