miércoles, 21 de agosto de 2013

Bienaventurados los que quemen sus biblias

Biblia
La fosilización del pensamiento humano. Lo recuerdo cada vez que un hermano cristiano me envía una larga cita bíblica como respuesta a alguno de mis artículos. Pues, hay algo que debo decirles con total sinceridad, y es que apenas detecto que alguien se ha tomado la molestia de realizar un copy & paste de algún largo fragmento de la Biblia, me hago un gran favor y les otorgo su veredero lugar digital: la papelera. Así que les dejo un consejo de oro: inviertan ese tiempo en algo más provechoso, como auto flagelarse, arrodillarse a rezar un par de horas, llorar ante una cruz o cualquier otra actividad que normalmente los relaje.
Un verdadero acto de negligencia es que se siga vendiendo el viejo cuento de que la Biblia tiene un valor histórico o moral. Ella jamás dio respuesta a nada. Es inútil pretender que se trate de un texto del cual podamos extraer alguna valiosa enseñanza moral, a menos que se esté planeando asesinar al ateo del vecino, lapidar a una prostituta o matar a nuestros hijos como ofrenda a Dios.
La Biblia no puede ser tomada como un libro de historia porque es decepcionantemente inexacta. Ni siquiera, el Nuevo Testamento pudo documentar la existencia de su personaje de ficción principal o Jesús de Nazaret, por lo que lo único que se ha podido obtener son vagas referencias y una compilación de relatos y tradiciones del cristianismo primitivo, pero no evidencia contundente. No podemos conocer, a ciencia cierta, si dijo lo que dijo, si murió por lo que supuestamente defendió, o si solo se trataba de un mesías más, erigido gracias a la admirable labor de Pablo de Tarso –que por cierto, sufría de alucinaciones producto de alteraciones neurológicas– y la aprobación de Constantino I con fines políticos. Triste, pero ¿quién dijo que la historia era un cuento de hadas?
Dios no creó al hombre a su imagen y semejanza sino que el hombre creó a Dios a su imagen y semejanza, por lo tanto, La Biblia sí representa la Palabra de Dios, porque Dios es una más de sus elucubraciones. La creatividad del hombre puede ser, a la vez, su antídoto y veneno.
Todos los libros que conforman la Biblia representan un claro ejemplo de lo que la combinación de subjetividad, fanatismo, ignorancia y poder puede lograr: el devenir de la historia misma.
Jamás podría valorar un texto, producto de gente supuestamente “inspirada”, si es que “inspiración” tiene para los cristianos un significado que denota oír voces en sus cabezas que resultan ser la voz de Dios, o padecer de alucinaciones catalogadas de apariciones reales. Sencillamente, estamos frente a mitología judeo-cristiana. Si, en su momento, pudimos reconocer y valorar el significado de la mitología griega, ya es tiempo de que se haga lo propio con la Biblia.
Si existiese un dios omnisciente, estaría ya muy decepcionado de que sus seguidores hayan tomado su nombre para justificar el genocidio, misoginia, discriminación, y por haber esclavizado a estas tristes personas que siguen creyendo en las mal llamadas Santas Escrituras. Si tú eres uno de ellos, lamento ser el portador de malas noticias, pero tú también has sido engañado.
Las interpretaciones de estas ambiguas escrituras son tan diversas como las sectas cristianas a lo largo de los siglos. Pero, no todo puede ser tan malo. Después de todo, la manera en que interpretas las escrituras revela le tipo de persona que eres.
¿Eres un adorador de ideas muertas? ¿Eres la representación viviente del chauvinismo? ¿Eres un ser impermeable a la razón? Solo te pido que no pretendas sermonearnos sobre nuestro estilo de vida, porque de moral no sabes nada.
Lo único que le reconozco a la Biblia es que represente al verdadero patrimonio de la ignorancia.
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