jueves, 5 de septiembre de 2013

REMEMBRANZAS FUJIMORISTAS

La presencia de Movadef en muchas universidades públicas, de forma explícita aunque también clandestina, resulta más que preocupante. Cuando pensábamos que nos habíamos librado de esa tara, reaparece la sombra de Sendero Luminoso.
Eso ya es suficientemente preocupante, pero hay algo más. Personas que combatieron a la dictadura fujimorista están considerando, nostálgicamente, la posibilidad de que Fujimori no solo haya sido necesario sino que pueda volver a serlo. “Quizá vamos a tener que contratar a Fujimori y Montesinos para que hagan nuevamente el trabajo sucio”, escuché hace poco de labios de una persona amable, inteligente y culta. Después dijo: “No se hubiera logrado vencer a Sendero respetando los Derechos Humanos, estos solo sirven en tiempos de paz”. Desde mi punto de vista mi amigo erró, pero tengo objetarlo con razones.
Lo primero es que Sendero/Movadef no viene solo, se trata de un paquete que incluye terrorismo, corrupción y narcotráfico. Es más un negocio y una forma de vida que un ideal social. Probablemente, en este nuevo Sendero las ideas políticas sean lo de menos, lo más importante es lograr que el narcotráfico lo financie, para lo cual necesita acorralar al Estado. El fujimontesinismo logró vencer a Sendero porque se alió al narcotráfico y le cortó el ingreso de metálico. Cuando el narcotráfico tuvo que elegir entre pagar cupos a Sendero o hacerlo a la dictadura, prefirió lo segundo. Así, lo que ocurrió es que narcotráfico, terrorismo, corrupción y dictadura se alimentaron mutuamente. ¿Por qué tendría alguien que preferir las leyes del Estado, si estas fueron capturadas por el crimen organizado? El fujimorismo nos vendió la ilusión de haber vencido al terror, pero eso no es verdad, simplemente cambió su administración y se instaló en la presidencia del directorio.
Creo que la única manera de vencer a esta monstruosa Hydra de tres cabezas (narcotráfico, terrorismo y corrupción), es forjando un Estado transparente, de manera que la diferencia entre el bien y el mal, en este terreno, sea evidente. El Estado debe ser tan moralmente superior a la delincuencia, que resulte imposible no distinguirlos, sobre todo en un país donde el Estado despierta una natural desconfianza, ya que durante mucho tiempo ha sido un instrumento de dominación y corrupción institucionalizada.
Por todo esto, es sumamente grave observar que muchos de los que han gobernado en los últimos años son sospechosos de graves delitos. Igualmente lamentable es observar la posición moralizadora que ahora tienen los que pertenecieron a la mafia de los años noventa. Es necesario destapar todas las ollas y exhibir, así como sancionar, hasta el último detalle. Un Estado eficiente, honesto y equitativo, con el que todos los peruanos podamos identificarnos, es la única manera de vencer a la Hydra y a una de sus nuevas cabezas: la nostalgia del fujimorismo.
Esta columna se tomará unas vacaciones y volverá dentro de algunas semanas.
LA PRESENCIA DE MOVADEF EN MUCHAS UNIVERSIDADES PÚBLICAS, DE FORMA EXPLÍCITA AUNQUE TAMBIÉN CLANDESTINA, RESULTA MÁS QUE PREOCUPANTE

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