“Javier, socialista en el Perú”, por Eduardo Gonzáles Viaña
En febrero de 2013, Eduardo Gonzáles Viaña publicó “Javier,
socialista en el Perú”, un comentario a la trayectoria de Diez Canseco, y
su lugar ganado en la tradición socialista en el Perú.
Pocos lugares hay en el mundo tan peligrosos para tener ideas de izquierda como el Perú democrático.
Me equivoco: Pocos lugares hay en el mundo tan peligrosos para solamente tener ideas como el Perú democrático.
Si quieres participar en la lucha política del país, es más seguro
que te juntes a uno de los múltiples clubes de descerebrados (están
muriendo los partidos) que pululan en el Congreso y hacen cola para su
inscripción frente al jurado nacional de elecciones.
Si quieres participar políticamente y exhibes ideas de izquierda,
pero ansías llegar cuanto antes al poder, es mejor que te hagas
marxista, pero seguidor del otro Marx, de Groucho, quien solía decir:
“Tengo ideas, pero si a usted no le gustan, también tengo estas otras”.
Por ser un hombre de corazón y de acción socialista, el mayor de
nuestros poetas, César Vallejo, fue encarcelado en Trujillo. En libertad
condicional, viajó a París. No pudo regresar jamás a su patria porque
si lo hacía iba a ser enviado de frente a languidecer en alguna prisión
infernal.
Todo el mundo conoce a José Carlos Mariátegui. Muchos colegios
peruanos llevan su nombre. Su pensamiento es estudiado en las
universidades de todo el mundo.
Por su coraje sin revés de hombre de izquierda, se le recordó en vida
constantemente y con epítetos perversos el mismo problema físico del
que adolece Javier Diez Canseco.
Más aún, un grupo de oficiales del ejército lo atacó físicamente. En
su silla de inválido, el pensador brillante y fundador del Partido
Comunista fue atacado a golpes y a patadas.
Buen entrenamiento-ensañarse contra un lisiado- para los valientes
hombres de armas quienes habían estudiado en la academia cómo hacer la
guerra, pero jamás habían participado en una.
En días recientes, amenazaron de muerte al octogenario y también
discapacitado periodista de izquierda César Lévano. Tal vez lo hicieron
motivados por la envidia contra su inteligencia valiente.
El capitalismo angurriento se ha pasado décadas haciendo creer que su
bandera es la del cristianismo. Ya se sabe hoy día que no hay más
perverso materialismo que el de los dueños del mundo. Ser socialista,
por el contrario, equivale hoy a levantar la cruz del martirio y las
ideas del Maestro de Galilea.
Los derechistas hoy se proclaman defensores del mercado. También en
eso mienten. La desregulación que ellos proponen, o más bien imponen,
conduce al monopolio y al saqueo de las riquezas, o sea a entregar el
país y a verter cianuro contra la tierra fértil.
Javier Diez Canseco ha anunciado que padece de una dolorosa
enfermedad. Sabemos que le va a hacer frente con la misma intrepidez que
ha asumido su pensamiento socialista frente a la persecución, el
destierro, las balas y el castigo de los buitres.
Si Javier hubiera renegado de sus ideas o siquiera las hubiera hecho
más “pasables” habría conseguido de inmediato el financiamiento de los
ricos o el apoyo de los grupos que monopolizan la prensa. Le habrían
puesto la presidencia en bandeja… y como dice un famoso político cuyas
ideas engordaron demasiado, “la plata llega sola, compadre…”
No es el caso de este hombre que después de haber peleado toda su
vida, sigue combatiendo contra “un Estado que no regula ni redistribuye
la riqueza vía los tributos. Un Estado castrado de su función social y
de garante de derechos fundamentales, servil al sacrosanto mercado
dominado por las transnacionales.” (JDC)
¡Resiste, compañero Javier, resiste!… Como en “Masa” te lo decimos con un ruego común: ¡Quédate, hermano!
Publicado originalmente en El Correo de Salem
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