sábado, 29 de junio de 2013

PARÁLISIS CONGRESAL

El veto fujimorista en el proceso para nombrar candidatos al TC, el BCR y la Defensoría del Pueblo revela la verdadera naturaleza de una demora que viene del 2011. No es que el Congreso haya demorado estos dos años por desidia, sino porque la mayoría calificada, 87 votos, para esa elección no estaba disponible para nadie.
Por el sistema de cupos partidarios, comprensiblemente ninguna bancada está dispuesta a votar por personas que considera enemigos políticos, o que por lo menos siente que son contrarios a sus intereses. Lo que quieren son funcionarios favorables, lo cual mella el principio de objetividad en las decisiones de quienes llegan a estos cargos electivos.
Cabe señalar que los fujimoristas, con sus 36 votos, no son los únicos en capacidad de vetar. Acaso otras bancadas lo han hecho por el camino. Pero ellos sí son los más interesados en hacerlo, pues cualquier nombramiento proporcional al TC y el BCR los deja en una minoría parecida a la que tienen en el Congreso. 
La parte paradójica del asunto es que en la actual configuración del TC, el BCR y la Defensoría el fujimorismo no goza de especiales simpatías. Aunque no lo diga, el oficialismo, y en particular el Ejecutivo, se siente relativamente confortable con la actual situación. La cual es criticable, pero soportable.
Algunos suspicaces incluso piensan que el oficialismo ha presentado algunos candidatos particularmente desagradables para el fujimorismo, calculando que este con su veto ayudaría a mantener las cosas como están. Así se evitaría además la elección de un par de figuras fujimoristas desagradables para el propio oficialismo. 
Un aspecto a tomar en cuenta es que en el actual clima de encono, perseguidor y preelectoral, de la política, nadie está reconociendo la existencia de figuras ubicadas por encima de todo sesgo partidario. Por lo menos nadie las está queriendo encontrar. Con lo cual el sistema de cuotas partidarias se convierte en un candado impalanqueable.
Una salida es que el proceso de elección no se interrumpa, y que los partidos presenten nuevos candidatos, con el ojo puesto en su aceptabilidad para todas las partes. Otra es resignarse a que las cosas queden como están. Después de todo las instituciones están funcionando. El BCR muy bien. El TC a su manera. La Defensoría con su eterno interinato.
Una anulación del sistema de voto calificado para estos casos simplemente pondría los nombramientos en manos de la mayoría simple. Quizás una forma moderna de enfrentar la cosa sería un sistema de arbitraje que saque el proceso del Congreso y de manos de los intereses políticos. Muchos conflictos se resuelven bien de esta manera

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