lunes, 4 de abril de 2016

OPINIÓN | Julio Arbizu: "Terruco de m..."

"Terruco de mierda"
Por: Julio Arbizu

Creo que nunca me dejará de sorpren­der la facilidad con la que, en una dis­cusión política, sea ésta do­méstica o pública, tenga como protagonistas a re­presentantes de partidos políticos o a ocasionales contendores de las redes sociales, aflora la palabra terrorista o su variante "te­rruco", como instrumento para descalificar al otro.

Creo que a nadie se le hu­biera ocurrido en el momen­to más brutal y oscuro del conflicto armado interno, que años después se usa­ría la categoría más infame que haya servido para recor­dar el periodo de violencia y muerte que ha tenido que sufrir el país, para encender el debate político.

Pero así es. Y las redes y los medios de comunicación se solazan cada vez que, en me­dio de esta enrarecida cam­paña electoral, alguien llama terruco a otro, pese a que el disparo de esa expresión lapi­daria carezca absolutamente de argumentos.

Creo que es esto último lo que explica de alguna ma­nera el uso cada vez más re­currente de esa expresión. Hay un discurso que se ha instalado con mucha fuer­za, y disfrazado de sentido común, en el imaginario co­lectivo: cualquier voz disi­dente que se pronuncie contra el orden imperante (sea éste la promoción de la inversión privada a cos­ta de todo, la desaparición de derechos laborales para combatir la informalidad, o la dependencia de nuestra economía de las actividades extractivas) no solo es diso­nante, sino que es propia de los que promueven el retor­no del terror, de los que pre­dican la violencia. En suma, de terroristas.

Es como si no hubiéramos aprendido nada. Como si no nos hubiéramos matado en­tre nosotros durante veinte años. Como si eso no hubie­ra tenido como explicación de origen las profundas des­igualdades que hoy persis­ten. Como si no supiéramos que todos nos desangramos un poco durante el periodo de la violencia y no nos cueste re­cordarlo. El argumento del di­senso, ese del que escribió Tito Flores Galindo, como un fac­tor de aproximación entre in­dividuos, se ha perdido. Y para algunos solo queda, en lugar del silencio, la única expresión posible: "terruco de mierda".

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