La posición asumida por el Frente Amplio y su lideresa Verónika Mendoza, de ser una oposición firme y fiscalizadora, y que no apoyarán ni a Keiko Fujimori ni a Pedro Pablo Kuczynski en la segunda vuelta, ha sido respaldada por ese gran caudal de electores que le dieron su voto en las elecciones del 10 de abril, y que ubicaron a la izquierda como la segunda fuerza política en el próximo Congreso de la República.
Nos parece bien que Verónika Mendoza marque desde ya el camino que recorrerá la nueva izquierda peruana en los próximos cinco años, con miras al 2021, año del Bicentenario de la Independencia Nacional. Ya hemos comentado que la tarea no le será fácil, mantener la unidad de los grupos que conforman esta alternativa política, será sin duda el mayor reto de la lideresa del Frente Amplio.
Recordemos que este nuevo protagonismo de la izquierda en el escenario político no se daba desde hace 30 años, cuando los distintos grupos se unieron en torno al recordado ex alcalde de Lima, Alfonso Barrantes Lingán, quien pese a los enormes esfuerzos que hizo no pudo mantenerla cohesionada, por las marcadas diferencias entre sus representantes.
Verónika Mendoza ha empezado con buen pie esta tarea. Su primer mérito ha sido llevarla al lugar alcanzado en los recientes comicios. Las propuestas presentadas en su campaña, sin duda, la ponen como una interesante alternativa de gobierno para el 2021.
Ayer ha ratificado que planteará una agenda de reformas imprescindibles e impostergables, sobre las cuales buscará abrir el debate y el diálogo. Nos parece bien que se insista en la reforma del sistema político-electoral para que no se repitan las “inconsistencias” presentadas en el actual proceso e impedir que sigan vigentes en el país los partidos cascarón o vientres de alquiler.
La aplicación de mecanismos concretos contra la corrupción, como la imprescriptibilidad de estos delitos, la muerte civil para funcionarios corruptos y la autonomía plena de las Procuradurías del Estado, la necesidad de recuperar la soberanía de nuestros recursos, como el gas de Camisea, que en 10 años de explotación, aún no abastece la demanda de regiones como Cusco, Puno y Arequipa, van en ese sentido.
La lideresa del Frente Amplio también ratificó ayer su posición contra la candidata presidencial de Fuerza Popular, Keiko Fujimori. Una declaración coherente con lo que ha sido toda su campaña, pero que sin embargo nos atrevemos a advertir un detalle.
El día anterior, Verónika Mendoza fue contundente al declarar que la posición del Frente Amplio es ni con uno ni con el otro. Pero ayer, dejó en claro su abierto rechazo a la candidatura de Keiko Fujimori, con lo cual deja entrever que los votos de la izquierda se irían al otro candidato, Pedro Pablo Kuczynski. Incluso, no descartó conversar con él.
No cuestionamos esta posición, porque además Mendoza precisó que el rechazo a Fujimori no significa un aval o un respaldo a PPK. Vale el aclare.
“El sentido de nuestro voto no va a ser de aval ni de apoyo al señor Kuczynski, ni mucho menos haremos pactos de gobierno, nada por el estilo, eso está descartado. Votar, eventualmente, en contra de la señora Fujimori no es un respaldo al otro lado”, declaró.
Pero el detalle que advertimos es que si esa posición estaba ‘cantada’, ¿por qué entonces un día antes fue contundente al declarar ni con uno ni con otro? ¿No era mejor tomarse unos días para, con cabeza fría, emitir un mensaje más preciso y no dar la sensación de ambigüedades?
Las comparaciones son odiosas, pero recuerde que el presidente Ollanta Humala se ganó muchas críticas, al margen de su pésima gestión, por sus contradictorias declaraciones. Reconocemos sus méritos señora Verónika Mendoza, usted está ante la gran oportunidad de la renovación histórica de la izquierda peruana. Va por buen camino, aunque hay mucho ‘pan por rebanar’, pero solo quisimos advertir este pequeño detalle. Hasta mañana, amigos de La Primera.
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