Las elecciones siempre dejan ganadores y perdedores, pero la del 2016 fue crucial porque produjo transformaciones profundas en la configuración del escenario político, con el surgimiento de nuevos liderazgos y el ocaso de varios del elenco estable.
Hay tres grandes triunfadores del 10 de abril. Keiko Fujimori es, sin duda, la principal, con 40% del voto válido y una mayoría aplastante en el Congreso, con más de 70 curules.
No obstante, dicho triunfo se transformaría en gran derrota si el 5 de junio cae frente a Pedro Pablo Kuczynski. El fujimorismo va a ser, por su peso, el gran protagonista del lustro político siguiente, pero una segunda derrota consecutiva de Keiko Fujimori en la segunda vuelta –tras perder en la del 2011 ante Ollanta Humala– la haría parecer, de varias maneras y colores, a Holanda en los mundiales de fútbol, esa ‘naranja mecánica’ que sabe llegar a las finales pero nunca ganarlas, haciendo pensar que el antifujimorismo es tan fuerte que haría imposible su regreso a Palacio.
PPK es, asimismo, otro gran ganador del 10 de abril, al remontar una campaña que, hacia febrero, había entrado a un declive que parecía definitivo. Pero si no gana el 5 de junio este será, por su edad, su último intento de llegar a Palacio.
Verónika Mendoza es otra gran ganadora al devolverle a la izquierda una posición política relevante para el lustro siguiente. No pasó a la segunda vuelta, pero ha producido un liderazgo en el lado zurdo con una posibilidad futura interesante.
Otros ganadores, aunque no en la medida de los anteriores, son Alfredo Barnechea, quien se desinfló en el tramo final, pero dándole a él y a Acción Popular una presencia relevante; Gregorio Santos, quien hoy es el claro líder de la izquierda radical; Julio Guzmán, quien fue excluido de malas maneras, pero tiene una opción futura muy interesante si construye un partido; y César Acuña, quien a pesar de haber sido excluido y sufrir un desprestigio –que es, sin embargo, remontable–, lidera una agrupación lo suficientemente sólida como para ser la cuarta fuerza del Congreso.
Hay, de otro lado, grandes perdedores del proceso electoral, quienes después de tener un gran protagonismo, abril 2016 fue el mes que los liquidó. En política no hay muertos, pero a Alan García, Lourdes Flores, Alejandro Toledo y Susana Villarán, les costará mucho el retorno.
Como en los versos iniciales de La tierra baldía de T.S. Eliot, “Abril es el mes más cruel, engendra lilas de la tierra muerta, mezcla memorias y anhelos”. Este abril fue muy cruel, políticamente, con este cuarteto.
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