sábado, 2 de abril de 2016

César Lévano: A mal palo se arrima Barnechea


Hernando de Soto es un maestro en hacerse propaganda como genio de la economía y maestro de las finanzas. En realidad es un fiel servidor de la banca mundial. Su bolsita salvadora aconsejaotorgar títulos de propiedad a los pobres para que puedan recibir créditos de los bancos pero no ha salvado a ningún emolientero ni a ningún campesino, en ninguna parte de la tierra.
El personaje es el que encadenó al Perú al neoliberalismo, previo trabajo ideológico de difusión de las recetas del FMI y del Banco Mundial. El programa, repetido al pie de la letra en todo el mundo, era el del llamado Consenso de Washington. De Soto había vivido y se había educado en Europa, y al regresar al Perú, en 1979, llamado por el dictador Francisco Morales Bermúdez, fundó la repetidora llamada Instituto Libertad y Democracia.
El 30 de junio de 1990, asestó la puñalada que empobreció más al Perú y los pobres. Ese día, en suculento almuerzo en Nueva York, él, el doctor Javier Pérez de Cuéllar y el banquero Carlos Rodríguez Pastor, bajo la batuta de quienes habían preparado el menú –Michel Candessus, presidente del FMI; Barber Conable, del Banco Mundial, y Enrique Iglesias, del Banco Interamericano de Desarrollo–, Alberto Fujimori, recién elegido presidente, accedió a traicionar sus promesas electorales.
Después del ágape, monsieur Camdessus, dijo a los periodistas: “Las palabras de Fujimori me sonaron a música celestial”.
El candidato que había jurado no al paquetazo, descargó uno despiadado contra el pueblo. Enseguida, fiel al neoliberalismo, abrió de par en par el mercado, limitó el déficit fiscal, anuló derechos laborales, achicó el gasto social, sobre todo en las universidades públicas. Instaló la política que nos rige y que nos da 10 mil nuevos tuberculosos cada año. En los años 70, el mal había desaparecido en el país.
En la campaña electoral del 2011, Keiko Fujimori lo tuvo entre sus asesores. Ahora, Barnechea lo quiere asimilar. Mala señal. Giro a la derecha.
El llamado Consenso de Washington era el Consenso de las instituciones financieras mundiales. Me sorprendería que Barnechea no supiera que esa receta –que De Soto acata– ha fracasado. Hace 15 años, en 2001, la Fundación Carnegie y el Diálogo Interamericano publicaron el estudio The Washington Contentious que lamenta ese fracaso. El trabajo fue escrito por los economistas Nancy Birdsall y Augusto de la Torre, exgobernador del Banco Central de Ecuador, y proponía poner el acento en la lucha contra la pobreza y por la igualdad.

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