Con ese título, la semana pasada se llevó adelante un evento académico organizado por varias instituciones, gracias al impulso de Gerard Borras, director del Instituto Francés de Estudios Andinos. Velasco es una figura clave porque se le atribuye todo tipo de desgracias. Se trata del demonio y, como a todos los diablos, hay que mirarlo con atención, porque no son ellos los que importan, sino uno mismo que los imagina.
La medida más recordada de Velasco es la reforma agraria y fue analizada en una mesa en la que se enfatizó en las tensiones entre la demanda campesina por la pequeña propiedad y el proyecto cooperativista de Velasco, que tampoco congeniaba con las comunidades indígenas preexistentes. Fue muy interesante un enfoque desde la segunda generación, subrayando los efectos de la reforma agraria en sus hijos. Al liberar al siervo y fracasar las cooperativas, Velasco puso en marcha el complejo Perú contemporáneo.
Otra ponencia trató el tema del turismo, porque en ese entonces comenzó el auge que lleva a nuestros días. Comenzaron a operar las agencias oficiales de promoción y se realizó una importante inversión en infraestructura. Pero, lejos de los deseados turistas de altos ingresos, llegaron mochileros y el Cusco se volvió el hogar del hipismo setentero, comenzando el amplio fenómeno del bricherismo, que también ha tenido larga continuidad.
La cultura, incluso antes que la política, es el tema de nuestros días y por ello escuchamos disertar sobre la expulsión de Santana, el conocido rockero mejicano, en medio de un intenso conflicto con la federación de estudiantes de San Marcos. Esta atención por los temas culturales comenzó por una magnífica muestra del trabajo de Jesús Ruiz Durand, creador de los afiches de la reforma agraria, que se expone durante una temporada en la Biblioteca Nacional; asimismo, Ruiz Durand transmitió su experiencia en una cálida mesa de testimonios.
Otras ponencias trataron la difícil relación de Velasco con la izquierda. Héctor Béjar relató su intensa experiencia personal de pasar de estar encarcelado por guerrillero a ocupar un destacado puesto en el SINAMOS. Por su parte, Edmundo Murrugarra recordó su liderazgo en Vanguardia Revolucionaria y Alberto Gálvez, en la mesa de política, revisó el debate entre los mismos militares sobre la amnistía a los guerrilleros de los sesenta.
Por su parte, Victoria Villanueva presentó el tema mujer porque en esta época hubo un renacimiento del interés por temas feministas. Aunque las ONG feministas nacieron bajo Morales, en el gobierno de Velasco se colocaron las bases institucionales de su desarrollo. Igualmente, en la mesa de sociedad, Marisa Remy desarrolló la conexión entre el desarrollismo anterior a Velasco y los planes industrialistas del gobierno militar. En su visión, Velasco no rompe sino profundiza procesos que venían de atrás.
En base a un fino manejo de la cronología se ventilaron ideas novedosas sobre la reforma educativa y el conflicto de Velasco con el gremio magisterial. Esa contradicción anuló los potenciales efectos benéficos de la reforma, porque la enfrentó a sus agentes. Asimismo, se vieron cuestiones internacionales, como la relación con Estados Unidos, marcada por el convenio De la Flor-Green que resolvió los conflictos por las expropiaciones. Otro tema picante fue la relación con Chile: ¿hubo peligro de guerra en 1975? Parece que se ha exagerado mucho y si bien hubo fuertes tensiones, la guerra había sido descartada por el gobierno peruano.
Al día de hoy, el reto consiste en retirar a Velasco de la política y ubicarlo en la historia para permitir un juicio equilibrado. Por último, el público era muy interesante, había sido protagonista y estaba muy identificado. Bastaba una consigna para organizar una marcha.
No hay comentarios:
Publicar un comentario