Los cinco congresistas electos del Apra son las estrellas del poder mediático. Aparecen varias veces al día en televisión, diarios y revistas, como si su partido no fuera el gran perdedor de las elecciones. Ahora se ofrecen como bisagra entre la mayoría fujimorista del Congreso y el Ejecutivo presidido por Pedro Pablo Kuczynski. Parecen ignorar que, más que una bisagra son, electoralmente, la última rueda del coche.
La cúpula aprista gozó de la misma preferencia durante la campaña electoral. Pero ni con eso pudo borrar su merecido desprestigio en la opinión pública. Los amos de los medios casi no toman en cuenta a los que sí tienen simpatías en la ciudadanía, y que están en pleno desarrollo. No se debe olvidar que algunos de esos medios afirmaron, respecto a la gigantesca marcha contra Keiko Fujimori, que había pocos manifestantes. No hay peor ciego que el que no quiere ver (televisión, su propia televisión).
Cabe recordar que una bisagra consta de dos partes. Una fija y la otra móvil. Pero el mecanismo no funciona si está oxidado.
En lo político hay que precisar que el aprismo es desde hace años un aliado del fujimorismo. Su papel, más que de bisagra, será sin duda de cómplice de la bancada del fujimorato.
Jorge del Castillo, uno de los artífices del descrédito y derrumbe del aprismo, ha sido explícito respecto a la ambición bisagrera. “Lo interesante es que esta bisagra no solamente servirá al Ejecutivo y al Legislativo”, ha dicho, sino también entre una bancada y otra para buscar niveles de entendimiento”.
El congresista que benefició a las grandes mineras, al impedir, a la cabeza de la bancada aprista, que se impusiera el impuesto a las sobreganancias, sabe qué entendimientos pueden beneficiarlo.
Daniel Santoro, el maestro del periodismo de investigación en América Latina, planteó en el libro Los grandes desafíos del periodismo (2009) esta pregunta: “¿Por qué hablo de los poderes de hecho, de los empresarios que han cooptado el Estado?”. Respondió con esta anécdota, que encierra una advertencia:
“La revista Noticias de Argentina entrevistó al cocinero de la residencia presidencial de Olivos. Naturalmente, le preguntaron por los gustos gastronómicos de los ex presidentes Menem, de la Rua y los Kirchner. La última pregunta que le hicieron a este hombre, que cocinó para el poder durante 30 años, fue cuál era su conclusión después de estar todos esos años sirviendo a los presidentes en Argentina. ´Aquí, lo que me llama la atención`, dijo el cocinero, ´es que el anfitrión cambia muy seguido, pero los invitados son siempre los mismos`
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