Perdió la elección pero, paradojas de la política, Keiko Fujimori se convirtió en la persona más influyente para definir lo que ocurra en el Perú durante el lustro en el cual, además, lo que haga con su clara mayoría parlamentaria será crucial para su legítima aspiración de persistir, por tercera vez, en ser presidenta.
Pedro Pablo Kuczynski ganó la presidencia porque Fujimori la perdió cuando, al final, su equipo más cercano cometió un error gravísimo que hizo dudar de la promesa de que su gobierno no sería autocrático ni corrupto como el de su padre.
Para deslegitimar la denuncia de Cuarto Poder sobre Joaquín Ramírez, pero principalmente sobre la propia Keiko Fujimori –que no afectó la intención de voto pues cometió el grave error periodístico de no probar lo que denunciaba–, elaboraron la maniobra burda de trucar un audio que involucró a su candidato a VP José Chlimper y a los periodistas del ya cancelado programa Las Cosas Como Son.
Ahí perdió Fujimori, por su culpa, por no alinear a su equipo para que no violaran las prácticas de decencia elemental que decía promover, haciendo recordar al estilo montesinista.
Ello explica que, tras una campaña inteligente, al final no pudo convencer al número suficiente de peruanos de que en verdad había cambiado, y perdió 50.1/49.9 por escasos 40 mil votos.
Ahora la historia le ha dado la oportunidad de demostrar que sí ha cambiado, usando su aplastante bancada para que el lustro que viene sea de construcción del Perú, en vez de destrucción del gobierno de PPK.
La imagen que proyectó el viernes en la ceremonia de reconocimiento de su derrota, por su tono agresivo y la presencia de toda su tropa con actitud guerrera de Tora, tora, tora, no va en esa dirección, pero debe entenderse por la profunda frustración que le ha ocasionado su segunda derrota consecutiva tras realizar un gran esfuerzo personal, quedando como la ‘naranja mecánica’ holandesa, que sabe llegar a las finales pero no ganarlas.
Tras recuperarse del trance, debe ejercer liderazgo para conducir a su bancada para que el lustro 2016-2021 no sea un duelo entre vacancia presidencial y disolución del Congreso. Esto requiere controlar a varios miembros de su agrupación que, como Cecilia Chacón, declaran con más sangre en el ojo, que usando el seso.
Keiko Fujimori tiene hoy la oportunidad histórica de acabar de demostrar a los peruanos que dudaron de ella, de que en verdad ha cambiado. Si lo hace, será crucial para que gane la presidencia en el 2021, permitiendo cerrar un ciclo de indispensable reconciliación política en el Perú.
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