sábado, 18 de junio de 2016

OPINIÓN | Tafur: Gobernar no es soberbia


Así como el ejercicio opositor del fuji­morismo exige romper la espiral del resentimiento, de parte del ganador, Pedro Pablo Kuczynski, se requiere una gran dosis de realismo.

PPK no puede gobernar sin el concurso o allanamiento del partido naranja. No hay for­ma, ni siquiera en una democracia presiden­cialista como la peruana, de que pueda lle­var a cabo una gestión más o menos fluida si no establece canales de diálogo y de coordi­nación con quien detenta el poder en el Con­greso.

Algunos afiebrados de la izquierda allega­da a Kuczynski le hablan al oído y le hacen creer que el mejor camino es el de la confron­tación. ¿Para qué de­tenerse en minucias si está a la mano el recurso de la disolu­ción del Congreso, en la eventualidad de que el fujimoris­mo se ponga bronco?

La pregunta de ri­gor es si PPK se ani­maría a destruir su propia viabilidad de­mocrática, al son de un entercamien­to político. ¿Está dispuesto a cerrar el Parla­mento y a gobernar, entre tanto se convoca a nuevas elecciones, sometido al control de una Comisión Permanente tan fujimorista, o más, que el propio Pleno?

Peor aún, ¿no tendría reparos en someter al país entero a la incertidumbre de una nue­va elección, en la que seguramente el fujimo­rismo obtendría una nueva mayoría o una primera minoría, y donde si algún grupo be­neficiario de la crisis habría no sería su agru­pación, si no la izquierda, la que le aplicaría mayor rigor opositor que el propio bloque naranja?

Ojalá Kuczynski entienda que debe dar los pasos necesarios para sobrellevar la particu­laridad de gobernar con un Congreso de ma­yoría ajena. Y si eso pasa no solo por una dis­culpa protocolar, sino por una admisión de que se excedió al acusar de organización cri­minal a sus contendores, pues deberá estar dispuesto a hacerlo.

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