En una de esas maravillosas coincidencias que a veces nos depara la vida, la semana pasada se dio a conocer -casi en el mismo día- que el Papa Francisco publicaba una encíclica sobre el medio ambiente y que, por su parte, el Arzobispado de Lima, presidido por Juan Luis Cipriani, tenía acciones en una minera. Dos realidades prácticamente opuestas que permiten sacar conclusiones sobre cada uno de los involucrados.
Y Cipriani ha respondido a dicha información asegurando que dichas acciones no son suyas, sino del Arzobispado, y que además fueron heredadas. Sin embargo, todos conocemos el respaldo que sistemáticamente ha dado el cardenal a los diferentes proyectos mineros en el país, pese a cuanto conflicto social pudieran suscitar.
Aquí una sobre Conga, por ejemplo: "Cardenal Juan Luis Cipriani analiza viabilidad del proyecto Conga".
Y aquí otra respecto a Tía María: "Cipriani sobre Tía María: No se puede dialogar a pedradas".
Podemos seguir citando, pero lo dejamos ahí. La simpatía del monseñor Cipriani para con los grandes proyectos de inversión salta a la vista y eso es imposible de negar.
CIPRIANI, CONSTRUYENDO
Pero si no fuera suficiente, hoy Diario16 hace una nueva revelación: Cipriani Thornetambién figura como accionista de la constructora Centenario, una importante compañía que forma parte del Grupo Romero. Porque, Cipriani lo sabe, todo queda entre poderosos.
Esa información, de hecho, se puede encontrar en la página web de Compañía Centenario, que lleva más de 80 años en el sector inmobiliario.
El informe da cuenta también que el sociólogo Francisco Durand, autor del libro'Los Romero: fe, fama y fortuna', señala la cercanía de Dionisio Romero con Cipriani y el Opus Dei, pues el empresario tuvo una relación estrecha con su fundador, José María Escrivá de Balaguer.
Aún no queda claro cómo se invierten las acciones del Arzobispado y de Cipriani, pero existe una evidente incoherencia entre ese ánimo de lucro y el afán de humildad de la Iglesia Católica. ¿Dónde queda el voto de pobreza?
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