Ayer volvió a ganar la incertidumbre en España: Cierto, el derechista Partido Popular de Mariano Rajoy ha obtenido el más alto número de diputados: 137, de un total de 350. Su aliado posible Ciudadanos ha logrado 32 curules. Podrían sumar 169 votos, pero estos no alcanzarían para lograr la presidencia del gobierno, que requiere 176 congresistas.
La izquierda, por su parte, se ha consolidado como una gran fuerza. El Partido Socialista Obrero alcanzó 85 asientos en Diputados. Unidos Podemos, la coalición que reúne al joven Partido Podemos y la Izquierda Unida, cuya fuerza motriz es el PC Español, llega a 156 diputados. Si a esa coalición se sumaran partidos pequeños como los nacionalistas vascos y catalanes, podrían alcanzar los 176 votos que se necesitan para tomar las riendas del poder.
Para muchos analistas, también para la izquierda española, ha sido una sorpresa la alta votación de Rajoy. Los ciudadanos parecieron perdonar los vicios del régimen de Rajoy: altísimo nivel de desempleo, recortes crueles en los presupuestos de salud y educación, escándalos a granel por corrupción ligada al poder político y económico.
Quizá pesó la campaña política, en que la derecha empleó a fondo su arma favorita: el odio, la calumnia, la falsedad.
Por el momento, nada está cantado en España, pero es evidente que la fuerza de una izquierda con arraigo de masa y un alto cociente mental, cultural y político, tiene proyecciones de futuro y no arrastra lastres de corruptelas y peculados. Los líderes de la izquierda española han sabido superar el poder mediático del gran capital, demostrando hondura, cohesión y capacidad de estadistas.
Por encima de la aritmética electoral y de los pactos posibles, ese poder en la sombra va a pesar en el futuro de España. Quizá ha influido ya hasta al recalcitrante derechista Rajoy, quien, a la luz de su triunfo a medias, que es una derrota a medias, ha sugerido que podría introducir cambios en su programa. Hasta él ha caído en las redes de la incertidumbre.
Esto último significa que Rajoy no está del todo convencido de que el recetario del FMI y el Banco Mundial sea tan sagrado como sugieren algunos cronistas superficiales, que no saben bucear en las aguas profundas de la historia. Pronto se verá cómo la ruina de España y la salida del Reino Unido de la Unión Europea encarnan procesos que van más allá de las urnas electorales.
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