El fujimorismo ha comenzado a temblar porque Julio Guzmán le puede “quemar el pastel”, afirma el periodista César Hildebrandt.
Con sus virtudes y defectos, César Hildebrandt es uno de los periodistas más acuciosos de la realidad nacional. Y aún en medio de las críticas que ha realizado, a través de denuncias periodísticas y opiniones, hacia el candidato presidencial de Todos por el Perú, Julio Guzmán, ha concluido en que este “les puede quemar el pastel” a los seguidores de Keiko Fujimori.
En su tradicional columna “Matices”, publicada este viernes en el semanario que dirige, “Hildebrandt en sus Trece”, el experimentado periodista afirma que Guzmán”empieza a ser una esperanza sanitaria” pese a que “a muchos no nos guste por lo que representa”.
El argumento del exconductor de televisión se basa en el crecimiento del respaldo popular a Guzmán, pese a los problemas que presentaba la inscripción de su candidatura ante el Jurado Nacional de Elecciones:
“(…) el Perú se ha hecho de la vista gorda respecto de las ilegalidades del ‘partido’ de Guzmán porque el candidato de Todos por el Perú es quien podría llegar a una segunda vuelta en igualdad de condiciones frente a la que fue la primera dama de la mafia fujimontesinista.”
Hildebrandt reconoce que “son esas masas, juntadas inicialmente por jóvenes amarrados a las redes sociales, las que creen que Guzmán sí puede impedir que la heredera de la peste fujimorista llegue a la presidencia de la república”.
“EL FUJIMORISMO HA EMPEZADO A TEMBLAR”
Hildebrandt explica que luego que el Jurado Electoral Especial admitiera la candidatura de Guzmán, se desató “la furiosa reacción del vocerío fujimorista”.
Hildebrandt explica que luego que el Jurado Electoral Especial admitiera la candidatura de Guzmán, se desató “la furiosa reacción del vocerío fujimorista”.
“Están asustados (los fujimoristas). Porque resulta que un ‘outsider’ sin grandes pergaminos, un astuto oportunista, un misterio envuelto en un enigma -o sea un Fujimori de los 90- les puede quemar el pastel.”
Y para poner las diferencias en claro, explica qué distingue al “outsider” de 1990 del que tenemos en la campaña electoral del 2016.
“(…) aquel outsider de 1990, aquel que apoyó ‘La República’ y arropó Alan García como presidente, ya era probadamente un delincuente: sus desfalcos tributarios en la venta de 34 propiedades inmobiliarias fueron una prueba contundente aunque desoída. Y los que denunciamos esto tuvimos que irnos del país poco después de su ascenso al poder”.
Efectivamente, a Guzmán se le pueden criticar muchas cosas, pero hay algo que es real: es uno de los siete candidatos presidenciales que no tiene ninguna denuncia penal, a diferencia del Fujimori de 1990, que ya tenía antecedentes antes de llegar al poder.
LO QUE TENDRÍA QUE HACER GUZMÁN Y SU EQUIPO
En la misma columna, Hildebrandt, sin ser un entusiasta “guzmanista”, le da un consejo que no solo tendría que aplicar el candidato “morado”, sino todos los demás postulantes que aspiran a derrotar a Keiko Fujimori:
En la misma columna, Hildebrandt, sin ser un entusiasta “guzmanista”, le da un consejo que no solo tendría que aplicar el candidato “morado”, sino todos los demás postulantes que aspiran a derrotar a Keiko Fujimori:
“Lo que Guzmán tendría que hacer, desde ahora, sería emprender una campaña contra la amnesia nacional de la que se nutre la podre fujimorista. Tendrían sus asesores que recordar a toda la población que no vivió esa pesadilla cómo fue que el Perú se convirtió en escándalo y sus instituciones en mierda y su gobierno en una banda de forajidos mandados por un sujeto que terminó renunciando por fax y postulando al senado japonés en su condición de conciudadano del almirante Tojo”.
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