domingo, 28 de febrero de 2016

Augusto Álvarez Rodrich: Pasando demasiadas cosas raras

Es bueno recordar que con la democracia no se juega.
A seis semanas de la primera vuelta, la campaña vive una escalada peligrosa que implica el riesgo creciente de que se altere la culminación ‘normal’ del proceso.
Están los ataques a los locales del Apra y del Frente Amplio. Como en la escopeta de dos cañones, Jorge del Castillo responsabiliza al Movadef pero Alan García insinúa que es el gobierno para defender a su supuesto candidato Julio Guzmán “en coincidencia con que (él) haya mencionado el término ‘Guzmala’”.
 
Estas cosas nunca ocurren fuera de un contexto: huevazos contra César Acuña y Keiko Fujimori; un asesinado mientras hacía pintas para Alianza Popular; y ahora esta amenaza de muerte al presidente del JNE.
 
Esto sucede en medio del incremento del tono de los ataques verbales entre candidatos, en una campaña escasa en propuestas pero repleta de protestas que, desde distintos frentes, cuestionan la neutralidad del JNE, a pesar de lo cual pretenden usar a esa autoridad electoral para decidir una elección que algunos ya ven lejana en las urnas.
 
Varias agrupaciones apuntan en esa dirección, lo cual coincide con un alud de tachas y recursos de nulidad contra Julio Guzmán, en algunos casos por parte de impresentables que pululan por los tribunales.
 
Por ello, sigue siendo incierta la nómina definitiva de candidatos hábiles para ser votados el 10 de abril, con la posibilidad de que la cuarta parte de la intención de voto –entre Guzmán y César Acuña– quede fuera.
 
La palabra ‘fraude’ se escucha con una frecuencia que es cada vez peligrosamente mayor, lo cual sucede cuando hay varias candidaturas de peso fomentando una contracampaña que encierra riesgos para la estabilidad democrática, pues sus acciones insinúan la interrupción de una elección que ven perdida.
 
Como comentó esta columna, a algunas candidaturas parece haberles llegado el fin. Pedro Pablo Kuczynski viene en caída libre, despidieron a Mario Elgarresta, cambiaron de equipo, pero aún no ven luz al final del túnel. A César Acuña le pasa lo mismo, y ya empezó a disparar en su propia tienda, produciendo la partida de Luis Favre tras los ataques que hizo en la televisión. Y los ex presidentes Alan García y Alejandro Toledo aún no llegan a entender por qué hoy el ciudadano los repudia.
 
Y mientras aparecen denuncias de corrupción contra el presidente Ollanta Humala, hay quienes acusan al gobierno –sin fundamento– de estar cocinando este desmadre.
Como canta Charly García, “están pasando demasiadas cosas raras para que todo pueda seguir tan normal”. Sería bueno recordar, en medio de todo el ruido, que con la democracia no se juega.

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