- Jaime de Althaus
- Antropólogo y periodista
Nada está dicho en cuanto a la permanencia de la candidatura deJulio Guzmán. Si se presenta una tacha, aunque sea por contradicción con el fallo del JNE y no por algunos de los impedimentos previstos en la ley de elecciones, y el JEE la declara improcedente, el tachante puede apelar al JNE y este tendrá que resolver en última instancia. Y no será fácil que este se desdiga.
Ahora, en el supuesto de que quede habilitado, nada asegura, tampoco, que mantenga su segundo lugar. Es cierto que el ‘impasse’ con la justicia electoral le ha dado y le sigue dando una visibilidad mucho mayor a la de otros candidatos, al punto que Mulder ha espetado que es el “candidato del JNE”, pero ya empezó también a convertirse en blanco de señalamientos y ataques, como los que se reflejan en el sobrenombre de “Guzmala” que punzantemente le ha puesto Alan García. Incluso Abugattás sostiene que es el candidato del Ejecutivo y el propio Urresti pide que Nadine Heredia deslinde con él. También es cierto, sin embargo, que Guzmán comunica bien y logra, por sus orígenes provincianos, la identificación de todos aquellos que ven en él el modelo de una persona que progresó gracias a la educación.
Sorprende un ‘outsider’ a estas alturas. En realidad, no teníamos un ‘outsider’ propiamente dicho desde Fujimori, que emergió del abismo de la hiperinflación y el terrorismo en el que había caído el país, al que se precipitaron también los partidos políticos, vistos como responsables. Pero ahora no hay ni de lejos una situación similar. Lo que hay es la descomposición final de la democracia sin partidos, el desafecto con ex presidentes que no se conectaron con el pueblo o el ingreso franco a una era de búsqueda ansiosa e insaciable de liderazgos nuevos. ¿Qué regulación partidaria reclama esta realidad? Dejemos esa pregunta pendiente.
Sin embargo, Guzmán no es un ‘outsider’ antisistema sino modernizador. Un tecnócrata de centro. Es cierto que capitaliza el antifujimorismo existente y el rechazo a lo conocido, pero la fulgurante rapidez con la que ha penetrado los sectores C y D e incluso el medio rural, donde casi inexplicablemente tiene su más alta intención de voto, revela también que hay una proporción creciente de la población integrada al mercado con una demanda clara por un liderazgo modernizador que le facilite, con mejores servicios públicos, educación y apoyo tecnológico, progresar económicamente y afianzar las mejoras que ha conquistado. Ya PPK expresó esa demanda en la elección pasada.
Lo que se le está pidiendo al próximo presidente es que construya un Estado –incluyendo el Poder Judicial y la policía– eficiente y facilitador, desbrozando o flexibilizando todo aquello que les impide a las empresas y a los ciudadanos crecer. Y que lidere la reforma política. Un shock de reformas que demandará una mayoría parlamentaria o un acuerdo político muy claro. Si Guzmánpermaneciera en carrera y llegara a la presidencia, tendría el problema de una bancada propia débil. Ya 7 de sus listas parlamentarias han sido declaradas improcedentes y hay 4 más en vías de serlo. Tendría que gobernar con otras fuerzas, las antiguas. Un problema.
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