miércoles, 2 de diciembre de 2015

Ley Universitaria tiene todos los componentes para ser emblemática


El largo camino de la calidad universitaria
Por Juan Sheput

Hay temas en los que es preferible mirar el vaso medio lle­no antes que medio vacío. Que requieren de madurez y apertura para analizar el desarrollo de los hechos. Uno de estos temas, por su gravitación, es la educa­ción y por ello es importan­te el resultado obtenido en la Comisión respectiva del Congreso en relación a la denominada “Ley Cotillo” en la cual el archivamiento del proyecto de ley aprista ha sido mandado al archivo por unanimidad.

El logro de la nueva Ley Universitaria tiene que verse desde una perspectiva mu­cho más amplia, pues tiene todos los componentes para ser emblemática. Demuestra cómo el poder, bien conducido, puede lograr efectivas reformas. Me explico. Cuan­do dos poderes constituidos se unen para sacar adelan­te una reforma sustancial, esta se puede hacer, dejan­do en el camino a diversos poderes fácticos como algu­nas universidades, rectores que se quieren atornillar, al­gunos medios de comunica­ción y partidos dependientes de la dádiva monetaria que proviene de la pensión de los alumnos. En ese sentido el congresista Daniel Mora y el ministro de Educación Jaime Saavedra han podido ganar esta batalla, que ha significa­do la nueva Ley Universita­ria. Los dos han tenido que actuar coordinadamente. Sin desmerecer al ministro Saa­vedraconsidero que el papel de Daniel Mora ha sido des­collante y por tanto es digno de reconocer. Se ha enfren­tado a colegas parlamenta­rios defensores de intereses económicos y con fuerza en el cabildeo y los ha podido derrotar, con argumentos y temperamento, atributos que brindan a la defensa de una propuesta justa una mezcla explosiva. Es cierto también que sin el apoyo po­lítico del presidente Huma­la el ministro de Educación no habría tenido la fuerza su­ficiente para impulsar la re­forma y la bancada oficialis­ta no hubiera acompañado a Daniel Mora. Todos ellos tie­nen, por supuesto, gran mé­rito en este propósito.

Es cierto que ha habido antecedentes de este com­portamiento coordinado en­tre dos poderes del Estado. Se dio cuando durante el go­bierno de Alejandro Tole­do se pudo cerrar la nefas­ta Ley 20530 que nivelaba las pensiones con los suel­dos de trabajadores activos. Hoy no sería posible ningún tipo de aumento de sueldo en el Estado de seguir vigen­te ese dispositivo.

Ahora se requieren dar más pasos en aras de la ca­lidad universitaria. Tanto daño hacen los rectores atornillados en la univer­sidad pública como en las privadas. Las universidades tienen un fin noble y de nin­guna manera debe permitir­se que se conviertan en un vulgar negocio.

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