sábado, 23 de enero de 2016

Augusto Álvarez Rodrich:755 candidatos

2,755 candidatos

Más allá de las broncas por las listas al Parlamento.
En medio de las discusiones en las distintas agrupaciones políticas por la conformación de las listas de candidatos al Congreso, los postulantes a la presidencia debieran ser conscientes de que esta no es una decisión crucial para ganar la elección, pero sí para gobernar bien.
 
Hay, sin duda, contrastes marcados en la manera como se están procesando las tensiones por las incorporaciones y las exclusiones en las listas de candidatos parlamentarios.
 
Por un lado, está el papelón protagonizado anteayer por el Partido Nacionalista que terminó proyectando la imagen de una agrupación parecida a un Titanic en la que el arranche de los botes salvavidas proyecta imágenes francamente vergonzosas que acaban perjudicando el despegue de la candidatura presidencial de Daniel Urresti.
 
En el otro extremo están agrupaciones como el fujimorismo que, no obstante haber hecho extirpaciones complejas como Martha Chávez, han terminado proyectando una sensación de disciplina que favorece la candidatura de Keiko Fujimori.
 
Un orden parecido se ha producido en el Apra y, en menor medida, en el PPC, en donde Raúl Castro ha logrado un dominio que le permite vetar candidaturas al Congreso de sectores que no sean afines a él.
 
Y al medio hay broncas que aún no han llegado al despelote del nacionalismo, como en la agrupación de Pedro Pablo Kuczynski, pero donde la trompeadera por la inclusión y ubicación se puede poner densa.
 
En todos los casos, sin embargo, es claro que la conformación de la lista de postulantes al Congreso no es un asunto decisivo para el éxito de una candidatura presidencial.
 
Podría, eso sí, perjudicarla si se comprueba que en la lista de postulantes al Congreso abundan malandrines de estirpe diversa, y se advierte que votar por el candidato presidencial es abrirle las puertas del poder a varios sinvergüenzas.
Pero si la lista de candidatos no es crucial para ganar una elección –más allá del pan bajo el brazo que traigan o se les exija para el partido–, sí constituye un elemento fundamental para hacer un buen gobierno, como lo puede comprobar el tremendo daño que le hizo al mandato del presidente Ollanta Humala el hecho de contar con una bancada tan débil como poco cohesionada.
 
Sin una bancada parlamentaria sólida, articulada e inteligente, así como honesta, es casi imposible que un gobierno pueda ser exitoso.
Por ello, es crucial que el ciudadano se informe sobre la calidad de los integrantes de una lista de candidatos al Congreso, como indicadores tanto para prever el potencial de contribución al país, como para evaluar la capacidad del partido y del candidato para elegir sus equipos fundamentales para el gobierno.

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