El autor escudriña en la historia en busca de motivos por los cuales César Acuña desplazó al partido de Alan García del otrora “sólido norte” aprista.
ENFOQUE
Alfredo Murrugarra
Colaborador
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El presente análisis pretende tener en cuenta el contexto social para explicar el crecimiento político de César Acuña en el tiempo y en un lugar determinado, específicamente en la costa y sierra del país, antiguamente cuna del aprismo, cuyo auge en la década del 20 del siglo pasado, se originó en el descontento de las familias que venían sufriendo serias dificultades por las operaciones comerciales de la Compañía Casa Grande.
Uno de los ejemplos es el de los hermanos Spelucín, de Ascope, pero también de los Orrego, de los Cox, de los Larco, de los De la Puente, de los De la Torre y de otros.
Al descontento se sumaría el de otras clases medias tradicionales desplazadas como los pequeños agricultores, comerciantes y artesanos cuya posición económica y social también sufría deterioro a causa de la rápida modernización .
Este grupo tradicional (del que en forma significativa procedía la mayoría de los dirigentes apristas) en gran parte era conservador y a veces retrógrado, ya que buscaba y esperaba con nostalgia volver atrás o, por lo menos, oponerse a la ola de cambio). Sus miembros, por tanto, respondieron al requerimiento aprista de reformas que protegerían al pequeño propietario y restaurarían la vieja balanza entre la clase comerciante y las “intrusas” compañías azucareras (Formación de las Haciendas Azucareras/Peter Klaren. Pag. 266).
Pero como quiera que fueron los sectores medios de la costa norte quienes dominaron la coalición, esto explica por sí solo el vuelco a la derecha del programa aprista. Por ejemplo, la tendencia conservadora con respecto a la Reforma Agraria en las décadas de los 50 y 60 fue evidente.
Si bien el APRA había atacado duramente a las azucareras, siendo uno de los objetivos de su programa político la nacionalización y cooperativización, no había hecho nada para concretarlo.
Contrariamente esas medidas se veían como una amenaza a la buena posición económica que los afiliados apristas habían logrado en las haciendas en virtud de su apoyo a Bustamante y Rivero.
Por ello, la decisión de Velasco de nacionalizar y cooperativizar las haciendas, que los viejos líderes apristas no se atrevieron a cumplir, por miedo a arriesgar el poder político y social alcanzado por el partido, representa la culminación de las aspiraciones regionales largamente mantenidas (Formación de las Haciendas Azucareras/Peter Klaren. Pag. 277).
Quedaba por resolver aquella migración proveniente de la sierra norteña originada por la necesidad de braceros para la industria azucarera. De aquellos a quienes se les llamó “los recién llegados”, y que son los excluidos de ahora, pero que con su voto apoyaron a cada presidente de facto o electo, a cambio de que se les resuelva sus exigencias de servicios públicos, convirtiéndose, por tanto, en clientela disponible para cualquier gobierno de turno.
El aprismo no entendería que el papel de un jefe político había cambiado radicalmente. No se trataba ya solo de negociar de potencia a potencia, o de imponerse por una fuerza superior capaz de apabullar al rival.
Se trataría también, y acaso principalmente, de percibir aspiraciones, de darles forma, de convencer al público de algo había cambiado, como nos advertía Francois Bourricad hace casi cincuenta años. (Poder y Sociedad/Pag, 385).
Por ello, los nuevos trujillanos, cuyos padres en su mayoría provenientes de las serranías del norte, no se considerarían afectados por el proceso de modernización sino al contrario, fueron creciendo en un sistema de grandes compañías que facilitó su adaptación al gran capital, aprendiendo así de sus secretos.
De esta manera, la presencia de nuevos trujillanos hizo que Trujillo ya no fuera la ciudad tradicional de las viejas familias aristocráticas y de pequeños burgueses, y se convertiese en la ciudad de miles de migrantes. César Acuña es uno de ellos, por eso es que ha sabido, al parecer, interpretar las aspiraciones de los nuevos ciudadanos
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