Del blog: rosamaríapalacios.pe
Hoy en la mañana temprano, en la hora punta de los noticieros matutinos, dos canales de señal abierta transmitían en simultáneo la noticia más importante del día: un gato baleado por el hermano de la dueña. ¿Motivo? Una calamina rota. El pistolero está preso. El notición mereció microondas en vivo desde el lugar de los hechos y techos y testimonios de los actores.
¿Cuándo se jodió la televisión peruana? –se preguntaría hoy Zavalita. ¿Cuándo? ¿En la dictadura militar de contenidos homogéneos y parametrados? ¿En la era de Montesinos que compraba dueños y canales? ¿O en esta era de “todo por el rating”?
Cuando el espectáculo se metió a la noticia y los gerentes –que no saben nada de periodismo pero sí de ganar plata– comenzaron a exigir audiencias mínimas el periodismo en serio se acabó en la televisión. Hay heroicas resistencias, lo sé. Pero están al borde de la extinción. No jalan más, en medio de tanta basura.
Los gerentes generales de los canales de televisión más importantes del Perú son extranjeros. Todos. Latina, América, ATV. No tengo nada en contra de su actividad laboral en el Perú. Por el contrario, su experiencia internacional podría aportar mucho en ciertos aspectos.
El problema es que le tienen terror a la política local y, sobre todo, a disgustar a los dueños en tiempos electorales. No entienden o no pueden entender la responsabilidad que tienen frente a una audiencia a la que mantienen desinformada durante un proceso electoral, proceso que será fundamental para sus vidas.
Más de 2000 candidatos al Congreso y 18 postulantes a la Presidencia. Asuntos grandes en el JNE como los de Guzmán y Acuña. Falta de espacio y tiempo para conocer aspirantes al poder, planes y programas. ¿Y qué vemos en televisión nacional? Gatos. Las noticias electorales, después de las 7.30 am cuando todo el Perú ya salió a trabajar.
Yo recuerdo a mi productor general en América, regañando reporteros. “No me traigas el atropello del perro” era la frase que resumía la flojera y la banalidad. Sin embargo, la que solía ser un área independiente, es hoy, en la práctica, un apéndice del gerente general y a veces, de la cuchara que mete el dueño.
Las áreas de prensa en TV sufren hoy por la eliminación de espacios periodísticos de lunes a viernes, penurias económicas, controles administrativos, exigencias de rating. Al diablo con del prestigio o la credibilidad. Audiencia es publicidad y publicidad es dinero. Y al dueño le gusta el dinero (¿a quién no?), entonces solo buscamos eso, dinero. Ese es el mensaje y cualquiera que se aparte de él, muere en el intento.
Lamentablemente los gerentes generales y los propietarios no saben nada de periodismo. Menos de periodismo en televisión. Y lo están matando. Somos testigos mudos de como, día a día, transcurre esta agonía en nuestras pantallas.
Pues ya me harté de estar muda. Me niego a ser parte de un mundo que se encarga de embrutecer a la población. Me niego a que mis colegas –que viven conspirando para trompearse entre ellos haciendo y deshaciendo alianzas de facto– sigan mudos, aterrorizados de perder un ingreso mensual. ¿Dónde están? ¡Defiendan pues carajo! Un poco de honor, un poco de huevos y otro de razonabilidad.
No señores, no todo es rating. Cuando se trata de prensa, hay otros valores. Hay intangibles que duran la vida de un periodista y de un medio. Credibilidad, prestigio, defensa de valores fundamentales con firmeza. Ahí debemos estar.
Un periodista a la que le conté mi indignación me comentó que felizmente no vi la nota de mototaxista que murió por hacer el amor a un fantasma. Sí, felizmente. Porque los gatos, los perros y los fantasmas venden. Por supuesto que venden.
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