Bastaría que Julio Guzmán empiece a descender en las encuestas para que reaparezcan tres candidatos –hoy en empate técnico– que muchos, ingenuamente, dan por agónicos y casi en rigor mortis: Pedro Pablo Kuczynski, César Acuña y Alan García.
Guzmán tiene que sostener cuarenta días más el atractivo de lo novedoso y el de víctima del statu quo, que gracias a los jurados electorales tanto beneficio le ha generado hasta el momento. Es muy difícil, sin embargo, que se mantenga el vilo legal o que la sola novedad lo alimente sin merma. Lo más probable, salvo que halle un reenganche eficaz, es que empiece el desgastante camino del descenso.
En esa circunstancia , la opinión pública puede volver a mirar a los candidatos que fueron víctimas directas del ascenso del candidato de Todos por el Perú y que han utilizado el mal momento para recomponerse. Una supuesta ‘ley histórica’ indica que candidato que cae no vuelve a subir, pero sabemos que las susodichas ‘leyes’ casi nunca funcionan, y menos en una coyuntura electoral tan inestable y estrecha como la actual.
PPK ha cambiado de equipo estratégico y ha decidido arremeter nuevamente con renovado discurso y mensajes. Tiene equipos y propuestas, acaso los mejores. Acuña se ha desprendido de Luis Favre y ha retornado a su formato histórico: acento popular y reclutamiento de apoyos personales y partidarios con el afán de recuperar ‘la fuerza de los cerros’. Alan García, por su parte, se ha quitado la banda presidencial cuya pompa lo tenía atrapado. Sus últimas presentaciones y hasta gazapos muestran otra vez al candidato con ‘ojo de tigre’.
No parece probable, además, que ni Verónika Mendoza ni Alfredo Barnechea crezcan lo suficiente como para tentar su pase a la segunda vuelta. Antes que ellos, resucita cualquiera de los tres mencionados.
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