Documento de Política 24
Febrero de 2016
Si no entiendes, ¿cómo
puedes aprender?
Una educación de calidad se debe
impartir en la lengua hablada en el
hogar. Sin embargo, para centenares
de millones de personas esta norma
mínima no se cumple, lo que merma sus
capacidades de desarrollar unas bases sólidas
para el aprendizaje. Según una estimación, el
40% de la población mundial no tiene acceso a
la educación en una lengua que los educandos
hablen o entiendan (Walter y Benson, 2012)1
.
Estas dificultades se observan sobre todo en las
regiones donde impera una mayor diversidad
lingüística, como el África Subsahariana y Asia y
el Pacífico (PNUD, 2004).
La pobreza y las desigualdades de género
agravan las desventajas educativas relacionadas
con la etnia y el idioma. Dado que en la nueva
agenda mundial de la educación se concede la
prioridad a la equidad y el aprendizaje a lo largo
de toda la vida para todos, la política de respeto
de los derechos lingüísticos es un aspecto
fundamental que merece especial atención.
En este documento de política, publicado con
motivo del Día Internacional de la Lengua
Materna, se afirma que la enseñanza impartida
en una lengua distinta de la materna puede
tener un efecto negativo en el aprendizaje de los
niños. Se recalca la importancia de la formación
de los docentes y de la preparación de material
didáctico inclusivo para mejorar el aprendizaje
de estos niños y brindarles unas bases sólidas
que les permitan alcanzar el éxito en la vida.
1. Según un estudio anterior, unos 221 millones de niños hablaban en
el hogar un idioma distinto del que se utiliza para la enseñanza en la
escuela (Dutcher, 2004).
Principales mensajes:
1. La enseñanza se debe impartir en un idioma que los niños entiendan, pero el 40% de
la población mundial no tiene acceso a la educación en una lengua que los educandos
hablen o entiendan.
2. Ser hablante de una lengua que no se habla en el aula es un factor que obstaculiza a
menudo el aprendizaje de los niños, sobre todo de aquellos que viven en la pobreza.
3. Se requieren al menos seis años de enseñanza en lengua materna para reducir las
disparidades en el aprendizaje que afectan a los hablantes de lenguas minoritarias.
4. En sociedades multiétnicas, la imposición de una lengua dominante a través de la
escuela ha originado a menudo reivindicaciones vinculadas con el ámbito más amplio de
la desigualdad social y cultural.
5. Las políticas educativas deberían reconocer la importancia del aprendizaje de la
lengua materna.
6. La diversidad lingüística plantea diversas problemáticas dentro del sistema educativo, en
particular en lo tocante a la contratación de docentes, elaboración de planes de estudios
y preparación de material didáctico.
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2
La enseñanza en una lengua
distinta de la materna tiene
un efecto negativo en el
aprendizaje
En muchos países, un gran número de niños
reciben enseñanza y se examinan en idiomas
que no hablan en su hogar, lo que dificulta
la adquisición temprana de habilidades
fundamentales de lectura y escritura. Por otra
parte, sus padres a veces no están alfabetizados
o no conocen bien las lenguas oficiales que
se usan en la escuela, lo que agrava las
disparidades de aprendizaje entre los grupos
lingüísticos minoritarios y mayoritarios.
Diversas evaluaciones internacionales y
regionales del aprendizaje confirman que
cuando se hablan lenguas distintas en el hogar
y en la escuela, se observa un efecto negativo
en los resultados de los exámenes. La Base
de Datos Mundial sobre la Desigualdad en la
Educación (WIDE), del Informe de Seguimiento
de la Educación en el Mundo, muestra también
el alcance de las disparidades de aprendizaje
dentro un mismo país, en función de que se
reciba o no enseñanza en la lengua materna.
En muchos países de África Occidental, el
francés sigue siendo el idioma principal de
instrucción. Por lo tanto, la enseñanza se
imparte, desde los primeros grados, en un
idioma que la mayoría de los niños desconoce,
lo que obstaculiza sus posibilidades de
aprendizaje. En Côte d’Ivoire, en 2008, el 55%
de los alumnos de quinto grado que hablaban
en el hogar el idioma de los exámenes habían
adquirido las habilidades básicas de lectura,
mientras que ese porcentaje era de solo el 25%
entre los 8 de cada 10 estudiantes que hablan
otra lengua (Gráfico 1a).
En la República Islámica de Irán,
aproximadamente el 20% de los alumnos de
cuarto grado que se examinaban en farsi, el
idioma oficial de la enseñanza, indicaron hablar
otra lengua en su casa. En este grupo, el 80%
había adquirido los elementos básicos de la
lectura, frente a más del 95% entre los alumnos
hablantes de farsi (Gráfico 1b).
Del mismo modo, en Honduras, en 2011, el 94%
de los alumnos de sexto grado que hablaban
en sus hogares el idioma oficial de las escuelas
había adquirido las habilidades básicas de
lectura en la escuela primaria, mientras que
solo el 62% de los hablantes de otras lenguas
había alcanzado dicho nivel (Gráfico 1c).
Gráfico 1: Cuando el idioma en el hogar y en la escuela difieren, se evidencia un efecto negativo en las
calificaciones obtenidas
Porcentaje de niños participantes en una evaluación que alcanzaron el nivel mínimo internacional de
referencia en materia de lectura.
Togo, PASEC, 2010 No Sí 0% 100%
Benín, PASEC, 2005 No Sí 0% 100%
Côte d’Ivoire, PASEC, 2008 No Sí 0% 100%
Burkina Faso, PASEC, 2007 No Sí 0% 100%
Senegal, PASEC, 2007 No Sí 0% 100%
a. Habla la lengua en el hogar, África Occidental
Primaria, PIRLS, 2011 No Sí 0% 100%
b. Habla la lengua en el hogar, Irán, R. I. de
Primaria, PIRLS, 2011
c. Habla la lengua en el hogar, Honduras
No Sí 0% 100%
Fuente: Base de Datos Mundial sobre la Desigualdad en la Educación (WIDE).
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3
La lengua y la etnia pueden asociarse y
crear pautas complejas de agravación de
la desventaja. En Perú, la diferencia en los
resultados de los exámenes entre los niños
indígenas y no indígenas en segundo grado es
ya considerable y va en aumento. En 2011, los
hispanohablantes tenían más de siete veces
más posibilidades que los hablantes de idiomas
indígenas de alcanzar niveles satisfactorios en
materia de lectura (Guadalupe et al., 2013).
A pesar de que el legado de marginación
que pesa sobre las comunidades indígenas
en países de altos ingresos se pone de
manifiesto en las evaluaciones de los alumnos,
ha sido objeto de muy poca atención en los
debates internacionales sobre educación.
Según un análisis de los datos del TIMSS,
en Australia, aproximadamente dos tercios
de los educandos aborígenes alcanzaron las
notas mínimas de referencia en matemáticas
en octavo grado entre 1994-1995 y 2011,
mientras que este porcentaje era casi del
90% entre sus compañeros no aborígenes
(Thomson et al. 2012).
La lengua, la etnia y la pobreza asociadas
pueden crear para el alumno un riesgo muy
alto de quedarse sumamente rezagado. Los
niños de hogares pobres hablantes de una
lengua minoritaria figuran entre los grupos
que obtienen peores resultados escolares. En
2012, en Turquía, los alumnos de 15 años que no
eran turcohablantes, en particular los kurdos,
se encontraban entre los educandos de peor
desempeño. Solo el 50% aproximadamente de
los educandos pobres y no hablantes de turco
había adquirido habilidades básicas de lectura,
mientras que la media nacional era del 80%.
En 2006, en Guatemala, entre los escolares
pobres y hablantes de lenguas minoritarias
(en su mayoría indígenas) en su hogar, solo el
38% habían adquirido los elementos básicos
de matemáticas, mientras que el 77% de los
escolares ricos e hispanohablantes habían
alcanzado ese nivel.
Utilizar como lengua de
enseñanza la lengua que
se habla en el hogar tiene
un efecto positivo sobre el
aprendizaje de manera general
Cuando los programas están normalizados en
función de las políticas estatales y no se tiene
en cuenta el idioma nativo, las tradiciones y las
costumbres de la gente, se crea una barrera
que la mayoría de las poblaciones indígenas no
pueden superar.
—Natalee, maestra, Islas de la Bahía, Honduras
Para que los niños puedan adquirir unas
bases sólidas en materia de lectura, escritura
y aritmética, las escuelas deben impartir
enseñanza en una lengua que los niños
entiendan. Los sistemas de educación bilingües
(o multilingües) basados en la lengua materna,
en los cuales se enseña la lengua materna
del niño conjuntamente con la introducción
de un segundo idioma, pueden mejorar los
resultados en el segundo idioma, así como en
otras asignaturas.
En Guatemala, los alumnos de escuelas
bilingües tienen índices más altos de asistencia
y avance, y menores tasas de repetición y
deserción escolar. Además, obtienen mejores
notas en todas las asignaturas, incluyendo
el dominio del español. El paso a un sistema
de escuelas bilingües permitiría efectuar
considerables ahorros en los costes, gracias a
la reducción de las tasas de repetición (Patrinos
y Vélez, 1996).
Nguyen, maestra en Muong Khuong, Vietnam: “Hay
13 niñas de grupos étnicos en mi clase, todas de la
etnia Hmong. A veces cuando se les enseña en lengua
vietnamita no parecen entender”.
Foto: Nguyen Thanh Tuan/UNESCO
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En el programa “Pedagogía Convergente”
de Malí, los niños que habían empezado la
escuela en su lengua materna terminaron
adquiriendo un mejor dominio del idioma
oficial, el francés. Entre 1994 y 2000, los
niños que comenzaron su escolaridad en el
idioma hablado en el hogar obtuvieron en los
exámenes de idioma francés, al término de la
escuela primaria, resultados superiores en un
32% a los alumnos cuya escolaridad se había
desarrollado únicamente en francés (Bühmann
y Trudell, 2008). En Burkina Faso, los resultados
de las pruebas realizadas en francés con
alumnos de escuelas bilingües en 2005 fueron
comparables o superiores a los de los alumnos
de escuelas de enseñanza tradicional en francés
(Nikiema, 2011).
Los beneficios de los programas bilingües
y multilingües se extienden más allá de las
aptitudes cognitivas, y refuerzan la confianza
en sí mismo y la autoestima. En Burkina Faso,
la enseñanza en lengua materna facilitó el uso
de mejores métodos didácticos en el aula y
alentó a los educandos a participar activamente
e intervenir en el estudio de las asignaturas
(Nikiema, 2011).
Los estudios y prácticas comunes del pasado
propugnaban un paso temprano de la lengua
materna a la oficial. Los estudios más recientes
concluyen, en cambio, que se requieren por
lo menos seis años de enseñanza en lengua
materna – y hasta ocho en condiciones de mayor
pobreza – para mejorar el aprendizaje posterior
de los hablantes de lenguas minoritarias
y reducir disparidades (Heugh et al., 2007;
UNESCO, 2011). No obstante, muchos países
de África Subsahariana con escuelas bilingües
siguen prefiriendo un paso temprano a la lengua
oficial, generalmente en cuarto grado (Alidou
et al., 2006).
En Boyo (noroeste del Camerún), entre
2007 y 2012, doce escuelas enseñaron en la
lengua local, kom, de primero a tercer grado,
pasando luego al inglés en cuarto grado. Los
niños que habían recibido enseñanza en kom
obtuvieron resultados mucho mejores en
lectura y comprensión que los niños a los que
se enseñaba en inglés. También alcanzaron
notas dos veces más altas en las pruebas
de matemáticas al término del tercer grado.
Sin embargo, estos logros no se mantuvieron
cuando los educandos pasaron a la enseñanza
únicamente en inglés en cuarto grado. La
salida temprana de un entorno de enseñanza
en su lengua materna les impidió mantener
estos resultados a lo largo de todo el ciclo
(Walter y Chuo, 2012).
En el Proyecto de Escuela Primaria de Seis
Años en Ife, Nigeria, se utilizó el yoruba para
los seis años de enseñanza primaria. Según
las evaluaciones del proyecto, los alumnos
que pasaron al inglés después de seis años
de enseñanza en lengua materna obtuvieron
mejores resultados en inglés y en otras
asignaturas que los que lo hicieron después
de solo tres años (Bamgbose, 2000, 2004;
Fafunwa et al., 1989).
Etiopía fue más lejos que muchos países,
procurando combinar la enseñanza en lengua
materna con el amárico y el inglés de primero
a octavo grado. La participación de los niños
en programas bilingües durante ocho años les
permitió mejorar el nivel de aprendizaje en la
totalidad del plan de estudios y no solo en la
lengua oficial de enseñanza. Al llegar al octavo
grado, los escolares que habían estudiado en su
lengua materna obtenían mejores resultados en
matemáticas, biología, química y física que los
alumnos cuya escolarización se había efectuado
únicamente en inglés (Heugh et al., 2007).
En las políticas educativas, la
lengua puede ser una fuente de
conflictos más amplios
La lengua refleja tanto la cultura de la
comunidad a la que se pertenece como la
identidad étnica del individuo. La(s) lengua(s)
que uno aprende y habla desarrollan a
menudo un sentido de identidad personal y de
pertenencia a un grupo. No obstante, la lengua
puede ser un arma de dos filos: si bien refuerza
el sentido de pertenencia a un grupo étnico y los
lazos sociales, también puede convertirse en un
factor de marginación.
Según un estudio realizado en 2009, más de
la mitad de los países afectados por conflictos
armados ostentan una gran diversidad
lingüística, y las decisiones relativas al idioma
en que se imparte la enseñanza constituyen
una cuestión política que podría ser polémica
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(Pinnock, 2009). Independientemente de las
complejidades subyacentes y de la dinámica
política imperante, estos casos ponen de
manifiesto que las políticas lingüísticas en
materia educativa constituyen un foco de
conflictos violentos.
En países multiétnicos, por ejemplo, si bien
la imposición de un único idioma dominante
como el idioma de enseñanza en las escuelas
se decide a veces por necesidad, ha sido con
frecuencia un motivo de reivindicaciones y
conflictos vinculados con temas más amplios
relacionados con la desigualdad social y
cultural. Las líneas divisorias de conflictos
violentos han seguido a menudo el contorno de
las desigualdades que aquejan a los grupos,
exacerbadas por las políticas lingüísticas en el
sector educativo. Por ejemplo, las polémicas
acerca del uso del idioma kurdo en las escuelas
han formado parte integrante del conflicto en el
este de Turquía (Graham-Brown, 1994; UNESCO,
2010). En Nepal, la imposición del nepalí
como lengua de enseñanza se añadió a un
conjunto más amplio de reivindicaciones de las
minorías étnicas y de los grupos que no hablan
nepalí, conduciendo por último a la guerra
civil (Murshed y Gates, 2005). En Guatemala,
la imposición del español en las escuelas fue
considerada por los indígenas como parte de
una tendencia más amplia de discriminación
social. Los grupos armados que representaban
a los pueblos indígenas incluyeron la exigencia
de una educación bilingüe e intercultural en
sus condiciones para alcanzar una solución
política, y el acuerdo de paz nacional incorporó
un compromiso constitucional con este fin
(Marques y Bannon, 2003).
Las polémicas relativas a la lengua reflejan
a menudo largas historias de dominación,
subordinación, y, en algunos casos,
descolonización. En Argelia, la sustitución del
francés por el árabe en las escuelas primarias
y secundarias después de la independencia,
en 1962, tenía por objeto conferir legitimidad
al nuevo gobierno pero marginó a la minoría
bereber, que no es de habla árabe (Brown, 2010).
En Pakistán, el gobierno creado después de
la independencia adoptó el urdu como lengua
nacional y de enseñanza en las escuelas. Esta
decisión se convirtió en una causa de alienación
en un país que albergaba seis grandes grupos
lingüísticos y 58 más pequeños. La falta de
reconocimiento del bengalí, hablado por la gran
mayoría de la población en Pakistán oriental, fue
una de las mayores fuentes de conflicto en el
nuevo país y condujo a disturbios estudiantiles
en 1952. Estos sucesos originaron la creación
del Movimiento por la Lengua Bengalí,
precursor del movimiento que luchó por la
secesión de Pakistán Oriental y la creación de
un nuevo país, Bangladesh (Schendel, 2009).
Ambos países se han seguido enfrentando
desde entonces con problemas políticos
relacionados con las cuestiones lingüísticas.
En Bangladesh, donde el idioma nacional es el
bengalí, algunos grupos tribales de la región de
las colinas de Chittagong, que no hablan dicho
idioma, consideran esta situación como una
injusticia lingüística que justifica su voluntad
de secesión (Mohsin, 2003). En Pakistán, el
uso del urdu como idioma de enseñanza en las
escuelas estatales ha contribuido asimismo a
crear tensiones políticas, a pesar de que menos
del 8% de la población habla dicho idioma en el
hogar (Ayres, 2003; Winthrop y Graff, 2010).
Las políticas educativas
nacionales deberían reconocer
la importancia de la enseñanza
en la lengua hablada en el
hogar
Es muy poco común que las políticas educativas
reflejen la diversidad lingüística. De un estudio
de los planes educativos de 40 países se
desprende que menos de la mitad de estos
reconoce la importancia de la enseñanza
en el idioma nativo, en particular en los
primeros grados de la escuela. Camboya
y la República Democrática Popular Lao
constituyen ejemplos positivos, al promover
la contratación de docentes con competencias
lingüísticas específicas. Namibia apoya la
elaboración de material didáctico en los idiomas
minoritarios (Hunt, 2013).
En el África Subsahariana, se observa una
tendencia general hacia un uso mayor
de los idiomas locales. En la época de la
independencia, se utilizaban lenguas locales
en la enseñanza primaria solo en 20 de los 47
países, siendo estos actualmente 38, en gran
medida por el trabajo de promoción efectuado
por los agentes locales (Albaugh, 2015).
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Algunos países latinoamericanos – por ejemplo
Colombia, Guyana, Paraguay y Perú – van más
lejos que los demás en la aplicación de reformas
encaminadas a mejorar el aprendizaje de los
grupos marginados, en particular los pobres
y las minorías etnolingüísticas. Si bien dichas
reformas apuntan principalmente a ampliar
el acceso a la educación, también incluyen la
adaptación de los planes de estudios y de las
prácticas pedagógicas a las necesidades de
grupos especiales. En Paraguay, ello supone
la preparación de material educativo en
diversos idiomas (Ministerio de Educación del
Paraguay, 2011).
Es indispensable contar
con buenos docentes para
ayudar a los alumnos más
desfavorecidos
Sin un conocimiento adecuado del inglés, los
maestros no pueden interactuar con los alumnos,
y el resultado es un sistema donde no hay más que
tiza, pizarra y palabra.
—Inga, maestra, Kigali, Ruanda
Para que los sistemas de educación bilingüe
o multilingüe basados en la lengua materna
funcionen bien, los gobiernos deben contratar
docentes pertenecientes a los grupos
lingüísticos minoritarios. Las políticas
lingüísticas pueden resultar pese a todo de
difícil aplicación, sobre todo si en una misma
aula están presentes varios grupos lingüísticos y
si los maestros no dominan uno o varios idiomas
locales (Alidou y Brock-Utne, 2011).
Los niños hablantes de lenguas minoritarias
que no se utilizan en el aula llegan a menudo
a la escuela con escasa autoestima y con
necesidades especiales de aprendizaje que
los docentes no siempre están en condiciones
de atender. Las escuelas pueden contribuir
considerablemente a cambiar este tipo
de situación. La contratación de maestros
pertenecientes a grupos lingüísticos
minoritarios puede ayudar a ampliar el
horizonte de los niños y a elevar sus ambiciones.
No obstante, dado que las minorías étnicas y
lingüísticas reciben a menudo menos educación
formal que los grupos mayoritarios, hay menos
miembros de estos grupos disponibles y
cualificados para ejercer la profesión docente.
En la India, todos los estados reservan un
determinado número de puestos a los grupos
marginados, para garantizar que las zonas
y escuelas más desfavorecidas cuenten con
docentes, pero para cubrir estos puestos se
contrata a maestros que tienen menores niveles
de cualificación. No hay suficientes docentes
que hablen las lenguas locales, y muy pocos
maestros bilingües pertenecen a las minorías,
lo que agrava la desventaja que sufren los
niños cuando su lengua nativa no es la lengua
de la escuela (Chudgar y Luschei, 2013). En
México, los maestros cuya lengua materna es
un idioma indígena están a menudo menos
preparados y cualificados que otros docentes
(Luschei et al., 2013).
Debe capacitarse a los docentes para que
enseñen en dos idiomas y entiendan las
necesidades de los alumnos que están
aprendiendo un segundo idioma.
Los maestros están raras veces preparados
para la realidad de las clases bilingües o
multilingües. En Senegal, donde se intenta
utilizar las lenguas locales en las escuelas,
la formación de los docentes se realiza
únicamente en francés; según una encuesta,
solo el 8% de los estudiantes de pedagogía se
sentían algo capaces de enseñar la lectura en
lenguas locales. En Malí, este porcentaje era
apenas del 2% (Akyeampong et al., 2013). Un
estudio a pequeña escala de la enseñanza en
Botswana indicó que la formación de docentes
bilingües no estaba alcanzando su objetivo de
preparar maestros para enseñar en clases
multilingües donde la lengua nativa de los
alumnos puede ser distinta del idioma nacional
y del inglés, que es el medio de enseñanza de
las matemáticas (Kasule y Mapolelo, 2005).
En el Perú, los programas bilingües están
encaminados a que los educandos aprendan
en su propio idioma al mismo tiempo que en
español, pero en realidad los niños que siguen
estos programas tienen malos resultados en
ambos idiomas. En cuarto grado, solo uno
de cada diez hablantes de quechua en los
programas bilingües, y uno de cada veinte
hablantes de otras lenguas indígenas, alcanzan
un nivel satisfactorio en sus propios idiomas.
El nivel de aprendizaje es igualmente bajo
en español. Ello muestra la importancia no
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solo de proporcionar enseñanza en la lengua
materna, sino también de que las escuelas
tengan suficiente calidad para que los alumnos
aprendan efectivamente. Un estudio indicó
que la mitad de los maestros de las escuelas
de enseñanza bilingüe del sur del Perú no
hablaban la lengua indígena local (Cueto et al.,
2012; Guadalupe et al., 2013).
Los programas de formación de docentes deben
capacitar a los maestros para enseñar la lectura
en más de un idioma en los primeros grados
de la enseñanza, y utilizar bien el material
didáctico en lengua local. Los docentes deberían
asimismo tener un buen conocimiento del
contexto lingüístico y cultural de los niños, del
desarrollo del lenguaje, y de la interdependencia
del desarrollo de la lengua materna y la
segunda lengua, y deberían saber utilizar
métodos pedagógicos adecuados (Pinnock y
Nicholls, 2012).
El Ecuador ha podido establecer un sólido
sistema de enseñanza bilingüe, entre otras
cosas, porque se han creado cinco institutos
especializados de formación de docentes.
Asimismo, el Estado Plurinacional de Bolivia ha
creado tres universidades de lenguas indígenas
para apoyar la formación bilingüe (López, 2010).
En Australia, donde los maestros a menudo
confunden un problema lingüístico con una
dificultad de aprendizaje, el proyecto Deadly
Ways to Learn (literalmente en inglés “maneras
mortales de aprender”; en inglés aborigen:
“maneras muy buenas de aprender”) intenta
cambiar la idea que tienen los docentes de
las lenguas aborígenes. El proyecto, que se
ejecuta en 14 escuelas estatales, privadas y
católicas de Australia Occidental, en zonas
rurales y urbanas, comprende la preparación
de libros para dar a conocer a los docentes la
cultura, la identidad y la historia subyacentes
a las lenguas aborígenes. Los funcionarios de
educación aborigen prestan apoyo y orientan
a los docentes en las escuelas seleccionadas.
El proyecto destaca la importancia de impartir a
todos los alumnos una educación que tenga en
cuenta la historia, la cultura y la lengua de los
aborígenes australianos, así como el contexto
de las personas pertenecientes a otros grupos
minoritarios (Biddle y Mackay, 2009).
La eficacia de una educación
bilingüe basada en la lengua
materna depende de la
existencia de material didáctico
inclusivo
Para lograr buenos resultados en materia
de alfabetización en los primeros grados y
de educación bilingüe, se requiere material
didáctico inclusivo y adaptado en una lengua
conocida por los alumnos. Los libros de texto,
cuando existen, no sirven de mucho si los
educandos tienen dificultades para leerlos,
como se observó en un experimento realizado
en Kenya, en el que se proporcionaron a
las escuelas manuales escritos en inglés.
Los resultados de los exámenes mejoraron
solo para aquellos que ya eran muy buenos
alumnos. Muchos niños no pudieron leer los
manuales, más adaptados a alumnos de buen
desempeño escolar con padres instruidos.
Como consecuencia, los alumnos que no tenían
buenos resultados, procedentes principalmente
de medios pobres y marginados, no sacaron
provecho de su acceso a los manuales
(Glewwe et al., 2009).
Los recursos educativos de libre acceso y las
nuevas tecnologías pueden contribuir a una
mejor difusión de los materiales didácticos,
incluyendo aquellos en lenguas locales. En
Sudáfrica, el Proyecto Interactivo Breadbin
es una manera económica de difundir
grandes cantidades de contenido digital de
libre acceso a partir de un disco duro y a
través de distribuidores digitales. Estos se
pueden conectar directamente a los sistemas
informáticos de las escuelas o poner a
disposición en quioscos electrónicos donde los
materiales se imprimen según las necesidades.
Las escuelas no necesitan estar conectadas a
Internet para tener acceso al material digital.
Se requieren sin embargo otras estrategias
para distribuir estos materiales a las escuelas
rurales remotas, porque por lo general
carecen de las infraestructuras informáticas
más básicas. Fuera de las aulas, la iniciativa
Nal’ibali promueve el establecimiento de
clubes de lectura coordinados por voluntarios,
produciendo suplementos bilingües a todo
color con cuentos, ideas para las actividades
de alfabetización y recomendaciones de
lectura, disponibles en inglés y xhosa o zulú
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(Butcher, 2011; Nal’ibali, 2013; Project for the
Study of Alternative Education in South Africa,
2013; Welch, 2012).
Es preciso apoyar a los
docentes mediante estrategias
de evaluación adecuadas
Para mejorar la calidad de aprendizaje de
todos los niños, los docentes deben contar
con estrategias de evaluación capaces de
reducir las disparidades en los resultados
escolares y ofrecer a todos los niños y jóvenes
la oportunidad de adquirir aptitudes vitales y
transferibles.
Es fundamental contar con herramientas
formativas y de diagnóstico para poder mejorar
la calidad de la educación y hacerla más
equitativa.
Las evaluaciones formativas y de diagnóstico
pueden proporcionar datos fiables, oportunos
e informativos acerca del grado de dominio
de las asignaturas estudiadas y del progreso
general del grupo. Estas evaluaciones ayudan
a diagnosticar dificultades de aprendizaje,
particularmente con respecto a los alumnos
que tienen dificultades. Los docentes necesitan
herramientas de evaluación fiables, de fácil
uso y claramente vinculadas con la práctica
docente, para determinar cómo adaptar la
enseñanza y la dinámica en el aula con el fin
de atender a las necesidades de todos los
educandos, inclusive los que tienen poco o
ningún dominio de la escritura. Es igualmente
muy importante la formación de los docentes
acerca del uso de estas evaluaciones formativas
y de diagnóstico, de tal manera que puedan
identificar las dificultades de aprendizaje y
brindar a los alumnos un apoyo específico según
sus necesidades.
Las evaluaciones de la lectura en los primeros
grados (EGRA por sus siglas en inglés), que
se efectúan oralmente en lenguas locales y
tienen en cuenta el nivel más bajo de la gama
de resultados educativos, son capaces de
detectar el nivel de desempeño en las nuevas
aptitudes (Gove y Cvelich, 2011). En Liberia, el
Proyecto EGRA Plus capacitó a los docentes
en materia de herramientas de evaluación
basadas en el aula y les proporcionó material
de lectura y planes de clase preparados para
guiar la enseñanza. Este plan obtuvo resultados
considerables, mejorando el nivel de adquisición
de la lectura de los alumnos de segundo y tercer
grado, que anteriormente era bajo. El proyecto
incluía diversos tipos de evaluación continua.
Los maestros utilizaban una simple evaluación
oral, incorporada en las lecciones preparadas,
para comprobar el grado de comprensión de los
alumnos durante la enseñanza de la lectura.
Los docentes podían así evaluar rápidamente
las respuestas e identificar a los educandos que
necesitaban ayuda. Realizaban también pruebas
basadas en el plan de estudios para comprobar
el avance individual de cada alumno y calcular
la media de la clase, informando a los padres al
menos cuatro veces por año acerca del avance
del alumno y de toda la clase.
Las libretas de calificaciones llevaban códigos
de color para que los padres pudiesen visualizar
fácilmente la evolución del niño a lo largo
del año. Se incorporaron asimismo pruebas
periódicas en el plan de estudios para seguir de
cerca el avance de determinadas habilidades
y determinar las necesidades en materia
de enseñanza. Fue preciso velar por que los
maestros entendiesen la importancia de los
datos recogidos en las evaluaciones y utilizasen
las herramientas de forma constante para
asistirlos en su práctica docente. Con este fin,
mentores formados visitaron periódicamente
las escuelas, para prestar apoyo a los docentes
y verificar la calidad de la enseñanza y la
evaluación (Davidson et al., 2011).
Una educación de calidad
durante la primera infancia
y el apoyo a las transiciones
tempranas revisten vital
importancia
La ampliación de una educación de buena
calidad a través de centros educativos para la
primera infancia no solo facilita la transición
de los niños a la escuela primaria, sino que
también mejora los resultados posteriores, en
particular para los niños desfavorecidos.
A menudo los niños pertenecientes a minorías
lingüísticas y étnicas tienen dificultades
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para acceder a una educación preescolar de
gran calidad que los prepare para la escuela
primaria. Los resultados del aprendizaje
pueden mejorar si los niños han tenido
acceso a programas de preparación al
ingreso en la escuela primaria adaptados a su
contexto cultural.
Un programa exitoso de este tipo se ejecutó en
Vietnam en el marco del proyecto “Educación
primaria para niños desfavorecidos”. El
vietnamita, lengua de la mayoría Kinh, es el
idioma de enseñanza en las escuelas, pero no
es la lengua materna de los otros 53 grupos
étnicos, los cuales representan cerca del 15%
de la población. Los niños pertenecientes a
comunidades minoritarias remotas constituidas
por un único grupo étnico y cuyo docente es
un maestro Kinh tienen a veces dificultades
para adaptarse al entorno escolar, entender el
contenido del programa y mantener el interés
por la escuela (Harris, 2009).
El programa de maestros auxiliares y
preparación para la escuela se puso en marcha
en 2006 y han participado en él más de 100.000
niños. Más de 7000 maestros auxiliares
bilingües fueron contratados a nivel local en 32
provincias, para ayudar a los niños de minorías
étnicas pertenecientes a comunidades aisladas
y facilitarles la entrada en la escuela primaria.
Estos maestros auxiliares ayudaron a los niños,
durante dos meses, a prepararse a entrar en
primer grado, utilizando actividades educativas
adaptadas a la primera infancia; luego siguieron
complementando la enseñanza en la escuela,
incluyendo el aprendizaje del idioma vietnamita.
En un estudio de dos años que finalizó en
2009, los alumnos de primer grado que habían
participado en estas actividades preparatorias
obtuvieron, en lectura y escritura e identificación
de formas y números, calificaciones superiores
en un 20 a 30% a las de los alumnos no
participantes. Además, los padres enviaban con
más gusto a sus hijos a la escuela, sabiendo
que allí alguien conocía su lengua y su cultura.
Los directores de las escuelas señalaron que
había aumentado el número de inscritos y
la asistencia a clase (Harris, 2009; Primary
Education for Disadvantaged Children, 2010).
Los programas de aprendizaje
acelerado de “segunda
oportunidad” en las lenguas
locales permiten a los
desfavorecidos recuperar
su retraso
Si las escuelas no imparten una educación
de calidad, las probabilidades de deserción
escolar aumentan. Unos programas de
segunda oportunidad, bien diseñados,
pueden enseñar habilidades fundamentales
en un ciclo acelerado de aprendizaje. Estos
programas pueden así contribuir a mejorar los
resultados de los grupos desfavorecidos y de las
minorías lingüísticas.
Los programas de aprendizaje acelerado
se imparten por lo general en entornos no
formales y se dirigen a niños desfavorecidos
que no van a la escuela. En algunos casos, los
programas preparan sus propios materiales
curriculares. Los horarios de clase reflejan
la realidad de la vida de los niños y de las
comunidades, y los docentes formados crean
un entorno inclusivo. Los maestros de estos
programas proceden por lo general de las
comunidades circundantes, lo que proporciona
un contexto cultural y lingüístico compartido y
fomenta la rendición de cuentas a los miembros
de la comunidad (Longden, 2013).
En Malawi, mediante el programa de Educación
Básica Complementaria se contrató a jóvenes de
ambos sexos, menores de 35 años, egresados
de la enseñanza secundaria, residentes en las
localidades donde se encontraban los centros
de aprendizaje o en sus alrededores. Los
dirigentes de las comunidades participaron
activamente en el proceso de selección (Jere,
2012). En Sudán del Sur, se contrataron
egresados de las escuelas secundarias de
las comunidades circundantes, a los que se
proporcionó una formación docente inicial
intensiva y luego formación permanente
periódica. Los educandos consideran que el
uso de la lengua local por dichos docentes para
facilitar la comprensión de lo que se enseña es
un aspecto importante y positivo del programa
de aprendizaje acelerado (Østergaard, 2013).
bit.ly/MLD2016SP #MLD2016
Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo Documento de política 24
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Recomendaciones
1 Impartir enseñanza a los niños en una lengua que entienden: En las comunidades
multiétnicas se deberían impartir por lo menos seis años de enseñanza en la lengua
materna, para que los niños que hablan un idioma que no es el vector de instrucción no se
queden rezagados. Deberían establecerse programas de educación bilingüe o multilingüe
para facilitar la transición a la enseñanza en el idioma oficial.
2 Formar a los docentes para que puedan enseñar en más de un idioma: Para poder
ejecutar programas de enseñanza bilingüe o multilingüe basados en la lengua materna, los
docentes deberían recibir una formación inicial y permanente que les permita enseñar en
más de un idioma.
3 Diversificar la contratación de los docentes: Los responsables de la formulación de
políticas deberían prestar particular atención a la contratación y formación de docentes
procedentes de las minorías lingüísticas y étnicas, para que estos puedan enseñar en las
escuelas de sus propias comunidades.
4 Suministrar material didáctico inclusivo: Los planes de estudios deben tener en cuenta
las problemáticas vinculadas con la inclusión para que los alumnos de contextos marginados
tengan oportunidad de aprender efectivamente. Los manuales deben estar redactados en un
idioma que los niños entiendan. Las herramientas de evaluación basadas en el aula misma
pueden ayudar a los maestros a identificar a los alumnos que corren el riesgo de quedar
rezagados, seguir su avance y apoyarlos.
5 Establecer programas de preparación para la escuela adaptados al contexto cultural:
Los maestros auxiliares bilingües contratados a nivel local pueden ayudar a los niños
pertenecientes a minorías étnicas y a comunidades aisladas preparándolos para su ingreso
en la escuela primaria, y también impartiéndoles enseñanza complementaria una vez que ya
están escolarizados.
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