Los fujimoristas son los menos indicados para hablar de moralidad
en el caso Toledo.
Hay una frase que, aunque un poco misógina, es bastante cierta (y aplicable a ambos géneros, por cierto) que dice que cuando una chica quiere verse más bonita busca andar acompañada de una fea. Y es que, según se piensa, frente a la fealdad ajena la belleza propia resplandece.
Esa parece ser la estrategia que está utilizando el fujimorismo en el caso de Alejandro Toledo. ¿No les ha parecido irónico que Keiko Fujimori “salude” la sanción al fundador de Perú Posible pero no haya felicitado de la misma forma la condena a 25 años de prisión de su padre? (la que no fue, además, en primera instancia sino por jueces supremos).
¿No les da a algunos de ustedes una especie de arcada al ver a los fujimoristas como Rosa Bartra pedir la condena social de Toledo pero callarse cuando le preguntan sobre toda la corrupción de los años 90? ¿O a un Carlos Tubino exigiendo que Toledo no se refugie en el extranjero cuando su líder renunció por fax, se escondió en Japón y hasta postuló al senado de ese país?
Como dijo a través de Twitter Pedro Cateriano: “La lógica fujimorista es decir que todas las cuentas de Vladimiro Montesinos no eran de Fujimori pero sí que las de Maiman eran de Toledo”. Vamos, que esa parece la estrategia.
Los actos de corrupción cometidos por Alejandro Toledo, de ninguna manera se justifican y deben ser sancionados con la mayor severidad de encontrarse culpable por las autoridades competentes. Pero hay que ser coherentes con el mensaje político y con la historia. Los fujimoristas son los menos indicados para pedir una sanción severa para la corrupción cuando su gobierno fue el más grande cómplice de esta lacra en toda la historia del Perú. Y no lo digo yo, lo dicen historiadores nacionales (ver el libro de Alfonso Quirós) y rankings mundiales sobre gobernantes corruptos.
Si bien yo nunca he sido un defensor de Alejandro Toledo, y lo considero uno de los políticos más nefastos debido a sus constantes mentiras comprobadas, soberbia y populismo; sí hay algo que no me ha gustado del hecho que se haya descubierto que era un gran coimeador: que le ha dado la oportunidad a los fujimoristas y apristas de llenarse la boca con frases moralistas sobre cómo ellos son ahora la reserva ética del país. Por favor. Es como la chica poco bendecida por la naturaleza que quiere parecer bella colocándose al lado de alguien con un poco menos de suerte. Eso no te hace bonita, querida. Solo te hace patética. Si quieres ser bonita tienes que ganártelo con tu historia, tu vida y tu trayectoria. No buscar la ventaja en la desgracia ajena, sobre todo cuando tú careces de ese mismo atributo.
Flaco favor se hace, por cierto, Alejandro Toledo buscando un abogado como Heriberto Benítez. ¿Cómo piensa el ex presidente que la gente crea en su inocencia si llama como defensor a alguien que ha sido investigado por corrupción junto al hoy encarcelado ex gobernador ancashino César Álvarez? No suena muy convincente, ¿no?
Lo que tiene que hacer Toledo es regresar al Perú y enfrentar los cargos en su contra, así esto signifique pasar una temporada en prisión (si es inocente, claro). Quién sabe si ello no lo vuelve un mártir y logra algo que todos pensamos imposible: revivirlo políticamente.
No tiene otra salida. La justicia tarde o temprano lo va a traer de regreso, y es mejor regresar como un héroe que enfrenta a sus captores que como un criminal. Y, por mientras, los peruanos tendremos que seguir escuchando a las nuevas “voces de la moralidad” en nuestro Congreso. Felizmente los ciudadanos sabemos cada día un poco más de nuestra historia.
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