jueves, 3 de octubre de 2013

EE.UU.: la ultraderecha golpea

Los Estados Unidos están semiparalizados por obra de la ultraderecha, que tiene su asiento en el Tea Party, de inclinación fascista y de enorme peso en el Partido Republicano. Este sector se niega a elevar el tope de la deuda estadounidense y autorizar el Presupuesto. Esto amenaza con una catástrofe al país, y a la economía mundial.



César Lévano
César Lévano
Barack Obama ha precisado que el fondo del problema es la oposición al programa de seguro de salud que él ha lanzado. Ello dejaría sin seguro médico a millones de norteamericanos.

La tozudez reaccionaria ha obligado ya a suspender el empleo de cientos de miles de empleados públicos. Una información periodística indica que la mitad del personal del Pentágono, que suma un total de 800.000 personas, no trabajan, porque no hay fondos para pagarles. Hasta tropas destacadas en Afganistán y otros países tienen que guardar el fusil en el ropero.

Hay un factor ideológico neoliberal en la crisis: La idea de que el Estado no tiene por qué preocuparse por la salud de los ciudadanos. Eso debe seguir siendo gran negocio de los servicios caros y privados. Como profesó Margaret Thatcher, “la sociedad no existe, el individuo es todo”.

Varias veces he evocado en esta columna la información de un amigo peruano que vive hace 20 años en los Estados Unidos. Me dijo él que cuando Obama lanzó su propuesta de seguro de salud –el Obamacare–, en los medios y los templos evangélicos, tres por cada cuadra, se atacaba con furia esa iniciativa que demostraba, según ellos, que Obama era comunista.

Demencial, si se recuerda que el seguro social fue creado en Alemania por Otto von Bismarck, el reaccionario “Canciller de Hierro”, no para propagar el socialismo, cuya votación crecía impetuosamente, sino para frenarlo.

Hace casi 40 años, en 1971, el profesor estadounidense Stephen E. Ambrose publicó, con el sello de Penguin Books, el libro Rise to globalism (El ascenso a la globalización). Estudiaba en esas páginas la política exterior de los Estados Unidos desde 1938 y ubicaba tres rasgos del carácter estadounidense: la agresividad, el racismo y el miedo al comunismo.

Ahora, esas raíces afloran en la política extremista de los republicanos. La parálisis puede desembocar –horror de los horrores– en una moratoria de la astronómica deuda externa norteamericana, con secuelas de quiebra en Wall Street y nuevo desplome en la economía mundial.

Moraleja: para nosotros el peligro está en la dependencia excesiva respecto del Tío Sam. Ya está demostrado cuán peligroso es acumular demasiados dólares en el Banco Central de Reserva, y lo infundada que fue la euforia por el TLC con los Estados Unidos. ◘

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