EE.UU.: la ultraderecha golpea
Los Estados Unidos están semiparalizados por obra de la
ultraderecha, que tiene su asiento en el Tea Party, de inclinación
fascista y de enorme peso en el Partido Republicano. Este sector se
niega a elevar el tope de la deuda estadounidense y autorizar el
Presupuesto. Esto amenaza con una catástrofe al país, y a la economía
mundial.
César Lévano
Barack Obama ha precisado que el fondo
del problema es la oposición al programa de seguro de salud que él ha
lanzado. Ello dejaría sin seguro médico a millones de norteamericanos.
La
tozudez reaccionaria ha obligado ya a suspender el empleo de cientos de
miles de empleados públicos. Una información periodística indica que la
mitad del personal del Pentágono, que suma un total de 800.000
personas, no trabajan, porque no hay fondos para pagarles. Hasta tropas
destacadas en Afganistán y otros países tienen que guardar el fusil en
el ropero.
Hay un factor ideológico neoliberal en la crisis: La
idea de que el Estado no tiene por qué preocuparse por la salud de los
ciudadanos. Eso debe seguir siendo gran negocio de los servicios caros y
privados. Como profesó Margaret Thatcher, “la sociedad no existe, el
individuo es todo”.
Varias veces he evocado en esta columna la
información de un amigo peruano que vive hace 20 años en los Estados
Unidos. Me dijo él que cuando Obama lanzó su propuesta de seguro de
salud –el Obamacare–, en los medios y los templos evangélicos, tres por
cada cuadra, se atacaba con furia esa iniciativa que demostraba, según
ellos, que Obama era comunista.
Demencial, si se recuerda que el
seguro social fue creado en Alemania por Otto von Bismarck, el
reaccionario “Canciller de Hierro”, no para propagar el socialismo, cuya
votación crecía impetuosamente, sino para frenarlo.
Hace casi 40 años, en 1971, el profesor estadounidense Stephen E. Ambrose publicó, con el sello de Penguin Books, el libro Rise to globalism
(El ascenso a la globalización). Estudiaba en esas páginas la política
exterior de los Estados Unidos desde 1938 y ubicaba tres rasgos del
carácter estadounidense: la agresividad, el racismo y el miedo al
comunismo.
Ahora, esas raíces afloran en la política extremista
de los republicanos. La parálisis puede desembocar –horror de los
horrores– en una moratoria de la astronómica deuda externa
norteamericana, con secuelas de quiebra en Wall Street y nuevo desplome
en la economía mundial.
Moraleja: para nosotros el peligro está
en la dependencia excesiva respecto del Tío Sam. Ya está demostrado cuán
peligroso es acumular demasiados dólares en el Banco Central de
Reserva, y lo infundada que fue la euforia por el TLC con los Estados
Unidos. ◘
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