VO NGUYEN GIAP
Y EL FIN DEL IMPERIALISMO COLONIAL FRANCÉS
POR NICOLE SCHUSTER
La semana pasado murió el General vietnamita Vo Nguyen
Giap. Para la gran mayoría de los jóvenes de hoy, este hecho no tiene ninguna
significancia. Sin embargo, Giap fue un símbolo, y hasta un ídolo para muchos
movimientos nacionalistas y para las generaciones que presenciaron directa o
indirectamente la guerra de Vietnam. En nuestra época actual de recrudescencia
de las manifestaciones imperialistas a nivel mundial, que afortunadamente se
están viendo contrarrestadas en Siria, es bueno echar una mirada retrospectiva
al contexto histórico que regía a mediados del siglo XX, lo que nos permitirá
resituar, dentro de ello, la acción liberadora de Von Nguyen Giap, y mostrar en
qué medida Giap fue no sólo el artesano de la victoria del nacionalismo sobre el
colonialismo sino también el destructor del mito de la superioridad del blanco
sobre el autóctono. En efecto, el 7 de Mayo 1954, Francia conoció
una derrota militar que marcó el inicio del fin de su reinado colonial y que la
obligó a retirarse del territorio indochino luego de un siglo de intervención:
fue vencida de forma abrumadora por el General Vietnamés Vo Nguyen Giap en la
batalla de Dien Bien Phu, quien demostró que una guerra revolucionaria y
asimétrica que articulara lo político y lo militar podía vencer a un enemigo con
un armamento superior que recurría principalmente a métodos de guerra
convencional.
CONTEXTO HISTÓRICO
En la Unión Indochina, constituida por Camboya, Laos, la
Cochinchina, Anam y el Tonkín – esas tres últimas regiones conformando el
Vietnam – la ola popular de reprobación hacia el ocupante constituía una amenaza
directa para la potencia colonialista francesa. La población empezaba a rechazar
la explotación sistemática de la cual era objeto por los colonizadores. Las
políticas usureras aplicadas por los bancos de la metrópolis habían arruinado a
las instituciones locales que habían, hasta la llegada del invasor, vivido en
base a una economía solidaria. Con el ocupante, el sector agrícola y la
industria local sufrieron un severo proceso de deterioro originado por las
políticas de grupos franceses que tenían el monopolio de la producción y de la
comercialización. Ellos no pagaban impuestos al gobierno local y repatriaban la
totalidad de sus ganancias hacia la metrópolis. Cansados de tantos abusos y del
estado de inferioridad en el cual la población en general estaba confinada,
grupos nacionalistas empezaron a manifestar su descontento y a organizar la
lucha contra la potencia colonial. El detonante fue motivado por la Carta del
Atlántico, una declaración que fue firmada en 1941 por Churchill y Roosevelt en
la que formularon, entre otros, el principio de los pueblos de poder disponer de
sí mismos([1]). Pese a esos
acuerdos y a las vagas promesas de ampliación de la autonomía hechas a los
nativos indochinos, Francia seguía administrando directamente la región.
Entre los grupos deseosos de expulsar al colonizador del
país, se hallaba un movimiento que atraía a un número creciente de adherentes:
el Vietminh, liderado por Ho Chi Minh. Al inicio, Estados Unidos veía con
buen ojo este hombre que consideraba “moderado” por lo que decidió brindarle
ayuda militar. Sin embargo, la radicalización de Ho Chi Minh y sus simpatías
hacia el régimen soviético incitaron a Estados Unidos a quitarle el apoyo.
Aprovechando el estado de debilidad en el cual se encontraba Francia después de
la guerra así como la capitulación de Japón el 15 de agosto 1945, la Alianza por
la Independencia del Vietnam (Vietminh) formó un Gobierno provisorio de
la República del Vietnam con Ho Chi Minh a la cabeza. No obstante, Ho Chi Minh,
quien aspiraba a extender su poder sobre todo el territorio indochino, tuvo que
enfrentar la resistencia de la Cochinchina y de Camboya, que rechazaban al
régimen comunista. Francia, por su lado, anhelaba reestablecer su influencia y
quería instaurar un régimen “democrático”, pero concediendo a la población local
una autonomía limitada. Frente a la intransigencia de Ho Chi Minh,
Francia bombardeó el puerto de Haiphong en diciembre del año 1946, lo que marcó
el inicio de la guerra de Indochina.
EVOLUCIÓN DEL MARCO BELICISTA INDOCHINO
A partir de este momento, las luchas por la descolonización se
convirtieron en una guerra ideológica que involucró a las potencias del Este y
del Oeste en el conflicto. Los bloques socialista y capitalista se afrontaron en
el territorio vietnamita, cada uno de ellos estableciendo alianzas estratégicas
con otros países. Estados Unidos ayudaba materialmente a Francia, mientras que
la Unión Soviética y China bridaban apoyo a Ho Chi Minh y al jefe de sus tropas,
Vo Nguyen Giap. Por su lado, el Vietminh pudo, durante la década de los
cuarenta, ampliar sus milicias y perfeccionar sus métodos de guerrilla. Los
soviéticos y los chinos le brindaban el sostén logístico y militar que
necesitaba para consolidarse mientras que las bases del movimiento de liberación
vietnamita provenían del corazón de la población local, que percibía al ocupante
como un enemigo y no como el libertador que pretendía ser.
La personalidad de Giap dentro de este marco sobresalía: a nivel
personal, Giap estaba lleno de resentimientos hacia los franceses. Las tropas de
ocupación acababan de matar a su madre, su hermana, su abuelo y su padre,
torturándolos en circunstancias horrorosas a fin de sacarles informaciones sobre
él. En el campo militar, Giap estaba imbuido de la enseñanza de los antiguos
estrategas como Sun Tzu, Clausewitz, Napoleón, por cuanto había estudiado sus
legados con detenimiento. Además, estaba familiarizado con los principios de la
lucha popular propugnados por Mao Zedong. Pero Giap era ante todo un político:
conforme a lo que preconizaba Mao, el objetivo de la guerra para él no era la
victoria militar, sino la política. Percibía a la victoria militar como un medio
para obtener una ventaja diplomática y poder orientar a su favor las
negociaciones ulteriores. La lucha de Giap era potenciada por el conocimiento
que éste tenía del terreno y por la combatividad de sus efectivos. No era la
primera vez que el hombre rural vietnamés se enfrentaba al invasor. Tenía una
tradición milenaria de rechazo combativo hacia el ocupante que, varias veces en
la historia de Vietnam, llevó al campesino a convertirse en soldado para
defender la tierra de sus ancestros a la cual le unía una sensibilidad visceral.
La derrota francesa era previsible. Los efectivos
militares tenían una visión totalmente errónea de las capacidades bélicas del
país que ocupaban. Los dirigentes franceses, cegados por su pretendida
superioridad militar, subestimaban las habilidades estratégicas de Giap.
Conforme a la visión tradicional de los militares occidentales, consideraban que
el éxito del proyecto colonial dependía únicamente de la victoria militar, la
cual creían ya asegurada. Además, la arrogancia inherente al invasor
colonialista hacía que este último despreciara la idiosincrasia indochina. El
ocupante ignoraba que la fuerza del vínculo del vietnamés hacia su tierra le
otorgaba un conocimiento sin igual de su espacio, que ni siquiera la
superioridad militar cuantitativa del invasor hubiera podido compensar. Además,
este lazo con el espacio se articulaba con una percepción del tiempo
fundamentalmente distinta de la del hombre occidental. Es por eso que la
introducción del espacio y tiempo en la estrategia de guerra de los asiáticos
chocaba con los principios de guerra convencional. El imperio colonial no podía
concebir que el enemigo no adoptara la metodología de un cuerpo armado regular y
que cada miembro de la población asumiera el rol de guerrillero. Este conjunto
de circunstancias procedente de una cultura profundamente antagónica a la del
enemigo otorgaba al Vietminh una ventaja inconmensurable sobre éste último.
EL TEATRO DE GUERRA
El lugar que las tropas francesas escogieron para lanzar
su ofensiva reveló su falta de discernimiento operacional. Los franceses tenían
una fe ciega en su artillería y, por ende, en su éxito. Optaron por un espacio
próximo de Laos porque constituía una zona tampón entre Vietnam del Norte y
Camboya. Navarre, el comandante de las tropas francesas, estaba seguro de
controlar la ruta hacia el lugar de Dien Bien Phu y creía que esta supuesta
ventaja geográfica impediría al general Giap establecer sus líneas de
comunicación y de logística. Los militares franceses nunca imaginaron que Giap
iba, con la ayuda de decenas de miles de militantes, subir piezas de artillería
pesada hacía Dien Bien Phu gracias a un trabajo clandestino de hormigas que duró
meses sin que el ocupante se diera cuenta de esta operación logística. Tampoco
pensaron que la población local iba a ser la mejor aliada del Vietminh. El
comando de las fuerzas armadas francesas era persuadido que podía atraer a los
efectivos de Giap al lugar seleccionado por las fuerzas ocupantes y, gracias a
su superioridad en materia de armamento, aplastarlos. Desgraciadamente, la
llegada de las fuertes lluvias, que había previsto Giap, dejó a las tropas
franceses en un terreno fangoso con sus operativos paralizados y obligados a
enfrentar el agobiante calor y la humedad a los que no estaban acostumbradas. En
un momento en que Navarre apostaba por el apoyo decisivo de la aviación militar,
el mal tiempo impidió que los pilotos tuvieran la visibilidad necesaria para
aterrizar. Las transmisiones se borraban, el servicio de información de las
tropas era deficiente. El puente aéreo que se había proyectado establecer para
abastecer las tropas no pudo ser constituido a causa del mal tiempo. Nunca se
pudo bombardear masivamente a los dispositivos enemigos como se había planeado.
El material de abastecimiento de las tropas francesas así como los efectivos que
llegaban en paracaídas eran capturados por las tropas Vietminh. Es decir, la
situación que se presentaba era un ejemplo típico de la nefasta influencia que
las “fricciones” descritas por Clausewitz podían tener sobre el plan de guerra
definido por el invasor, mientras que, por el lado del ocupado, estas fricciones
estaban explotadas al máximo. Además, los vietnameses estaban en su terreno. El
clima tropical no les molestaba. Más bien, era un aspecto positivo que
contribuía al efecto de desgaste de las tropas enemigas y les permitía proseguir
con los objetivos que se habían fijado. La vegetación era propicia para los
operativos de guerrilla, ofreciendo a las milicias Vietminh los escondites
ideales para lanzar ataques sorpresivos contra el enemigo. Cuando Giap se sentía
débil, se retiraba. Como lo dirá más tarde el general asiático: “si el
enemigo es fuerte, se le evita; si es débil, se le ataca. A su armamento
moderno, se le opone un heroísmo sin límites, hastiándolo, o aniquilándolo
gracias a la combinación de operaciones militares con la acción política y
económica. No hay línea de demarcación fija, el frente se encuentra donde hay un
adversario. De una guerra de guerrillas se pasa a una guerra de movimiento”.
Utilizando a su favor la meteorología, el tiempo y espacio, Giap se apoderó poco
a poco de los puntos de apoyo de los franceses. Paralelamente, recibía por avión
la ayuda de combatientes indochinos. Los guerrilleros Vietminh se infiltraron
progresivamente en el perímetro francés y cercaron la ciudadela de Dien Bien
Phu.
En el momento que Navarre necesitaba mayor ayuda, los
altos mandos en Francia decidieron retirarle el apoyo de las fuerzas especiales
que sí habían tenido buen resultado en los operativos de contra-guerrilla. El
lugar “estratégico” de los franceses se transformó en su tumba. Estaban
aislados, en un medio hostil, abandonados por la opinión francesa y traicionados
por los altos mandos de la metrópolis. Inmediatamente alertado por su excelente
servicio de información, Giap aprovechó la debilidad operacional de las tropas
franceses y aplicó el principio del “efecto sorpresa” que aprendió de las
enseñanzas de Sun Tzu y de Napoleón. Atacó en el momento oportuno. Fue un golpe
maestro: planeó su victoria de tal manera que coincidiera con la fecha de
apertura de los acuerdos de Génova, el 8 de mayo 1954, por lo que las
negociaciones desembocaron en los acuerdos que sancionaron la separación del
Vietnam en dos partes y llevaron a la instalación del gobierno de Ho Chi Minh en
Hanói.
CONSIDERACIONES FINALES
Giap ha demostrado, en su guerra revolucionaria contra
las tropas franceses, ser capaz de pasar de la etapa de guerra popular a la de
guerra clásica. Ha articulado con inteligencia los dos niveles de guerra: no ha
dejado que la lucha cotidiana le distrajera de su visión estratégica, que era
combatir la colonización y convertir el proyecto socialista en una realidad. Y,
sobre todo, supo enmarcar su lucha en un contexto internacional de guerra fría.
Fiel a la línea de pensamiento de Mao Zedong y de Ho Chi Minh, quien sostenía
que “el militar sin lo político es un árbol sin raíces. No solamente es
ineficaz, sino también nocivo”, Giap nunca perdió de vista su objetivo:
hacer primar lo político sobre lo militar.
Bibliografía
Carl Schmitt, La notion de politique. Théorie du Partisan,
Flammarion, 1992.
François Géré, Dictionnaire de la Pensée stratégique, Larousse,
France 2000.
Eric Denécé, Forces spéciales l’Avenir de la guerre?, Collection
L’Art de la Guerre, Editions du Rocher, France, 2002.
Maurize Crouzet, Histoire générale des civilisations. L’époque
contemporaine. A la recherche d’une civilisation nouvelle, Presses
Universitaires de France, 1980.
Revue Histoire mondiale des Conflits. Agenda spécial Diên Biên
Phu. Avril/Mai 2004.
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