Confusión de Estilos
Saluda a la manera oriental y le extienden la mano a lo occidental. En Bali
con la presidenta de Corea del Sur, Park Geun
Hye.
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Lima-París-El
Cairo-Dubai-Mumbai-Bangkok.
Dos eternos días de viaje le tomó a Ollanta Humala llegar a su visita oficial
en Tailandia para, otros dos días después, el domingo 6, volar a Bali,
Indonesia, y participar en la cumbre APEC.
El avión presidencial, el malhadado avión que Alan García intentó vender sin
éxito para librarse de la maldición del “avión parrandero” de Alejandro Toledo,
dispone una limitada autonomía de vuelo que lo convierte en realidad en un avión
caletero que aterriza en todas partes para cargar el tanque.
Tanto trote se dio Humala para quedarse solo domingo y lunes en APEC, luego
emprender el retorno el martes, un día antes de lo previsto, y pasar esa noche
en París con el objeto de encontrarse muy temprano, a las 6 y 45 de la mañana
del miércoles, con el presidente francés Francois Hollande. Luego volvería a
Lima dentro del tiempo de permiso otorgado por el Congreso de la República, que
vencía el jueves.
El Presidente fue criticado por recortar su participación en APEC (ver
recuadro) y sostener el encuentro parisino, no autorizado por el Parlamento.
Pero el vicecanciller Fernando Rojas salió a aclarar que se trataba de un
encuentro informal solicitado por el mandatario socialista (Hollande, claro
está).
Humala tenía una buena excusa. Francia es el peso pesado europeo que se opone
a la eliminación de la visa Schengen para los peruanos, propuesta por España.
El gobierno nacionalista ha buscado estrechar vínculos con el francés, al
punto que la Escuela Nacional de Administración asesora a la peruana Servir y
desde aquí se avanza, con sus contramarchas, en el proceso de adquirir un
satélite de más de US$ 200 millones en ese país.
Humala confiaría en su vena francófila –insuflada con su estadía allí como
agregado militar– para convencer a Hollande.
Ojalá y así fuera por el bien de los sufridos portadores del pasaporte
guinda. Pero, por favor, que tenga para los políticos extranjeros métodos de
persuasión distintos a los que aplica en sus connacionales.
Cuando el lector de CARETAS lea estas líneas, Humala se estará recuperando
del jet lag en Palacio. Pero, a juzgar por la gracia que perpetró antes
de partir, parece que la descompensación horaria ya la sufría en limeña tierra
firme.
Horas antes de abordar el avión caletero, en una nueva entrevista ofrecida a
José María Salcedo en RPP –la segunda en menos de 3 meses, se entiende que
concedida para destacar sus logros–, el Presidente puso en peligro el diálogo
político avanzado por el primer ministro Juan Jiménez.
Al día siguiente, jueves 3, Jiménez tenía programado inaugurar la segunda
ronda de los diálogos. Pero faltaron tres actores clave: apristas, fujimoristas
y peruposibilistas.
Al filo de la medianoche anterior, un comunicado de Alfonso Ugarte anunciaba
que los compañeros suspendían su participación.
¿El motivo?
Humala se refirió a la situación de Alan García y la “megacomisión” presidida
por el oficialista Sergio Tejada:
“Cuando veo que se pide un amparo en el Poder Judicial para desprestigiar a
una comisión, tal vez eso pueda tener alguna atención del Poder Judicial, pero
políticamente no se ve así… Políticamente, uno debe enfrentar las cosas de
manera transparente, más si uno no tiene nada que ocultar”.
Humala hizo varios comentarios más que podrían ser considerados poco
invitantes para el desarrollo del diálogo. Pero de este se valieron García y
Jorge del Castillo para señalar a Humala por “transgresión constitucional” y
“presionar” a la Justicia con sus palabras.
Hace dos semanas, una sala del Poder Judicial le dio la razón a García, que
reclamó que la megacomisión respete su derecho al debido proceso. El tribunal
ordenó que las diligencias del grupo de trabajo vuelvan a fojas cero y que
García sea adecuadamente informado de las razones por las que se le investiga.
“Parece que el Presidente no sabe lo que es el respeto a las formas, a la
legalidad y al debido proceso. Yo lo comprendo por su origen y su profesión o
forma de vida”, declaró García a El Comercio.
Y le recordó que él fue excluido del llamado caso ‘Andahuaylazo’ por un
hábeas corpus que, al declarar mal notificado a un testigo, “versó en un tema
formal y no sobre el fondo del asunto”.
García remarcó que “los recursos constitucionales son fundamentales en un
Estado democrático y un jefe de Estado jamás debe opinar o intervenir porque
suena a presión para eliminar a un adversario. ¿O quieren hacer la reelección
nuevamente?”.
En los corrillos del poder ya es común resignarse al origen militar de Humala
–reivindicado por él mismo en cuanta plaza visita–, en el que no existen los
adversarios de la política sino los enemigos del campo de batalla.
Pero, así como resultó con un pragmatismo a prueba de balas, a estas alturas
debería haber desarrollado algo de los matices que requiere el juego
democrático.
Más si tiene al frente a García, que con la dieta y sus ganas de ser
candidato tiene recuperado el filo. Es un gato que con las zarpas le rasca el
mentón al ratón, listo para celebrar su propio curruñao.
García demostró una apertura inicial ante el Humala presidente, pero es
indudable que los apristas todavía saben bailar la marsellesa con fuga de
vals.
“No es cuestión de levantarse o no de la mesa”, dicen, “sino cuándo te vas a
levantar”.
Lo más fácil es decir que los diálogos de la PCM son pura pose. En realidad,
la de Jiménez es una compleja coreografía que busca mantener la necesaria pax
política en un contexto en el que, a decir de Humala, abundaban los
“navajazos”.
Aquí la habilidad consiste en obligar a la oposición a seguir sentada, no en
regalarle motivos para abandonarla. García confirmó a esta revista que, a pesar
de la protesta inicial, el APRA acreditaría sus técnicos.
Para seguir con los gatos, el premier va demostrando que tiene varias vidas.
Y el esfuerzo refuerza las políticas de Estado en un país traumatizado de
bandazos (¿García el joven? ¿Humala el etnocacerista? ¿Fujimori el
autogolpista?).
“A mí me pagan por generarle estabilidad y gobernabilidad al país”, le resume
Jiménez a CARETAS antes de partir de viaje a Toronto (ver Mar de Fondo).
La brega siguió el miércoles 9, con la instalación de la mesa técnica de
diálogo en temas de seguridad y reformas políticas. Con el primer ministro fuera
del país, la primera la encabezó el ministro del Interior Wilfredo Pedraza. La
vicepresidenta Marisol Espinoza hizo lo propio con el segundo grupo, lo que abre
la cancha y acerca el experimento al oficialismo. El lunes 14 sigue el juego con
la mesa de políticas sociales, dirigida por la ministra Mónica Rubio, y la de
crecimiento económico que tendrá al frente al propio Jiménez.
Luego de la entrevista de Humala también suspendieron su participación
toledistas y fujimoristas. De su aliado dijo Humala que “nosotros no somos ángel
de la guarda. Nosotros no hemos hecho ningún pacto, con nosotros no tiene
inmunidad. Acá nadie tiene corona”.
A Toledo, hasta el cuello por los millones de dólares que lo comprometen, no
le deberían ofender los lugares comunes que él mismo desperdiga con tanta
generosidad desde hace años. Al cierre de edición, los chakanos esperaban un
“gesto” del Presidente para volver a los diálogos.
Lo de los fujimoristas es otra cosa.
Keiko Fujimori no acudió a la invitación inicial de Jiménez y en su lugar fue
Jaime Yoshiyama, que se mostró beligerante tanto en la reunión como en la
posterior conferencia de prensa. Fue el único grupo político que no llevó
propuestas a la mesa.
Por eso es que, cuando el lunes 7 Raúl Castro del PPC invoca a los pródigos a
volver –lo que fue consultado con instancias del Ejecutivo–, Fuerza Popular no
fue mencionada.
El “oficialismo” del fujimorismo dividido considera que lo que les toca es un
papel de oposición casi aislacionista.
Con casi todos los comensales sentados de nuevo, y con la convicción de que
Humala no busca remover sus propias aguas, los petardos deberían guardarse para
el 2016.
‘Inclunomics’ en APEC
Los 21 líderes de APEC discutieron el papel del Asia Pacífico en un contexto
económico global que no deja de ser delicado. La insólita ausencia de Barack
Obama se sumó al pedido de la OMC para alcanzar en diciembre el primer acuerdo
importante de liberalización desde los tropiezos de
Doha.
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Ollanta Humala fue uno de los tres líderes –con la primera ministra de
Tailandia, Yingluck Shinawatra, y el presidente de Filipinas, Benigno Aquino–
que participó en el conversatorio sobre crecimiento inclusivo, moderado por
Linda Yueh de la BBC. También fue panelista de la Conferencia sobre Desarrollo
Sostenible, donde compartió la mesa con los líderes de Nueva Zelanda, Singapur,
Corea y Chile.
Celebró encuentros bilaterales con el primer ministro de Singapur, Lee Hsien
Loong, el presidente chileno Sebastián Piñera, el mandatario de Indonesia Susilo
Bambamg Yudhoyono, el primer ministro neozelandés John Key, la presidenta de
Corea Park Geun Hye y un encuentro informal con el nuevo primer ministro de
Australia, Tony Abbott.
Además de la canciller Eda Rivas, fueron muy activos algunos integrantes de
la delegación empresarial: Juan Francisco Raffo, Alfonso García Miró, Enrique
Gubbins, Eduardo Hoschschild y Jorge Rodríguez. García Miró de Confiep celebró
que el Perú fuera incluido en la categoría recientemente acuñada de
“inclunomics”.
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