El Programa para la
Evaluación Internacional de Estudiantes ha confirmado que el Perú ocupa el
último lugar en matemática, ciencias y comprensión lectora. Entre 65 países
examinados, nadie nos gana. Tenemos el puesto 65.
No me sorprende. La nuestra
es, desde hace años, una educación en quiebra. Finlandia, que suele ocupar en
cada encuesta uno de los primeros lugares, invierte el 6.8 por ciento de su
producto bruto interno en educación; el Perú, el tres por ciento.
La culpa es, pues, en primer
lugar del Estado, de la política nacional. Se comprueba acá una constante de
abandono. En el régimen de Fujimori se acentuó esta defección estatal, guiada
por el neoliberalismo. Esto se cristalizó en un decreto que autorizó la creación
de universidades con fines de lucro. Un cálculo de especialistas indica que el
año 2021, celebraremos el segundo centenario de nuestra independencia con tres
veces más escolares en colegios privados que en públicos.
En general, la ruina de la
educación pública y la pobreza de la privada padecen vidas paralelas.
No se puede omitir que el
Banco Mundial pactó con los gobiernos del Perú, bajo Fujimori y bajo Alan
García, el descuido de la universidad pública y la preferencia por las
universidades privadas. Cierto, hay unas pocas universidades públicas que gozan
de bonanza económica gracias al canon minero; pero no siempre aciertan en su
programa de inversiones.
Cuando gobernó el Apra
multiplicó los institutos pedagógicos particulares donde algunos maestros
“enseñaban” lo que no sabían. Con esa tabla ética, no debe asombrar que el
rector aprista de una universidad privada se asigne dos millones de soles de
sueldo mensual.
Conocemos la ruina de la
enseñanza en Lima. Poco se sabe del abismo de miseria en que se hunden muchos
colegios y escuelas de provincias.
Parte de la culpa colectiva
corresponde a los maestros. Muchos de ellos saben reclamar derechos legítimos,
no saben que estos tienen –deben tener– un contrapeso de deberes.
El presidente Ollanta Humala
acaba de anunciar un futuro plan de industrialización. Con el nivel de educación
actual no iremos lejos.
El Perú padece, más allá de
las aulas, un virtual monopolio de la prensa y una variada difusión de la
ignorancia. Los medios de comunicación sufren, en general, analfabetismo
funcional. A muchos personajes públicos, legisladores o periodistas, les damos a
leer un “Condorito”, y les provocamos un surmenage.
No todo es inversión privada y educación privada, señor
gobierno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario