La visita del presidente Ollanta Humala a Francia ha despertado, y con toda razón, una serie de cuestionamientos por el hecho de que dicho viaje no fue informado debidamente al Congreso de la República. Lo cierto es que no existe en política exterior, es decir en la acción diplomática, ninguna acción de carácter solamente verbal. Todas las acciones en este campo se dan siempre por escrito, sistema que se usa para seguridad de las partes actuantes. Es decir, la visita del Presidente peruano a París tiene que haber motivado sendas notas diplomáticas: la del que solicita la visita o invita, y la del que la acepta. En ambos casos tiene que darse por escrito, situación que debe haber sucedido en el caso que examinamos y por ello la Cancillería debería haber comunicado de inmediato al Congreso dicha situación y solicitar la autorización correspondiente. Eso se conoce desde la Academia Diplomática. Para despejar dudas, el Congreso, a través del presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores, puede solicitarle a la Cancillería una copia de las notas cursadas con la embajada francesa o con el ministerio de Relaciones Exteriores galo si la acción se llevó a cabo en París a través de nuestra embajada (también se le podría solicitar a nuestra embajadora en dicho país la información pertinente).
¿Qué es lo que informó ayer la canciller al Congreso? Nada nuevo que no se sepa. Todos sabemos que la política exterior peruana es dinámica. De eso no se trataba, pues la representación nacional conoce de ello. Lo interesante sería que hubiera informado sobre lo que el Presidente realmente trató con su par en la Ciudad Luz, especialmente si todos hemos presenciado en la televisión que hubo una reunión formal entre ambos presidentes. Más aún si por trascendidos se comenta que aparentemente nuestro embajador en Roma, el señor Alfredo Arosemena, habría sido el promotor de dicha visita, en la promoción de algunos proyectos con empresas francesas. La información ofrecida por la canciller ha sido muy genérica sobre el contenido de la visita. Si esto se hubiera hecho con la debida anterioridad, nos hubiéramos evitado todo este ajetreo y entonces nadie tendría razones para estar preocupado. Y el hecho de que el Presidente hubiera adelantado su retorno de Bali no un día antes como se menciona, sino un día y medio antes, ya que al regresar se recupera el día perdido en el viaje de ida, se podría entender todo el tiempo que nuestro mandatario paso en París.
Pero todo lo anterior el hecho aquí es, ¿qué tan importante era lo que se tenía que tratar en París que obligara al Presidente peruano a retirarse un día antes de la reunión de APEC?, especialmente cuando era la primera reunión a la que asistíamos como miembros fundadores de la Alianza del Pacífico, organización que ya actúa como una zona de libre comercio y prontamente lo será como un mercado común, y que según tenemos entendido iniciaba sus primeras negociaciones dentro de APEC con el Grupo del ASEAN (países del sudeste asiático).
¿Quién o quiénes están interesados en que la Alianza del Pacífico demore su meteórico proceso de integración? Evidentemente a las Casas de ALBA, es decir al señor Maduro en Venezuela y a los hermanos Castro de Cuba, pues la Alianza es la mayor demostración que nosotros nos encontramos en el camino correcto y que la libertad de mercado es la mejor forma de lograr un desarrollo inclusivo, ya que no puede haber inclusión alguna si antes no se genera la riqueza que se va a distribuir. Ahí dejamos la interrogante. Saque usted, señor lector, su propio juicio.
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