REMEMBRANZAS FUJIMORISTAS
La presencia de Movadef en muchas universidades públicas, de forma
explícita aunque también clandestina, resulta más que preocupante.
Cuando pensábamos que nos habíamos librado de esa tara, reaparece la
sombra de Sendero Luminoso.
Eso ya es suficientemente preocupante, pero hay algo más. Personas que
combatieron a la dictadura fujimorista están considerando,
nostálgicamente, la posibilidad de que Fujimori no solo haya sido
necesario sino que pueda volver a serlo. “Quizá vamos a tener que
contratar a Fujimori y Montesinos para que hagan nuevamente el trabajo
sucio”, escuché hace poco de labios de una persona amable, inteligente y
culta. Después dijo: “No se hubiera logrado vencer a Sendero respetando
los Derechos Humanos, estos solo sirven en tiempos de paz”. Desde mi
punto de vista mi amigo erró, pero tengo objetarlo con razones.
Lo primero es que Sendero/Movadef no viene solo, se trata de un paquete
que incluye terrorismo, corrupción y narcotráfico. Es más un negocio y
una forma de vida que un ideal social. Probablemente, en este nuevo
Sendero las ideas políticas sean lo de menos, lo más importante es
lograr que el narcotráfico lo financie, para lo cual necesita acorralar
al Estado. El fujimontesinismo logró vencer a Sendero porque se alió al
narcotráfico y le cortó el ingreso de metálico. Cuando el narcotráfico
tuvo que elegir entre pagar cupos a Sendero o hacerlo a la dictadura,
prefirió lo segundo. Así, lo que ocurrió es que narcotráfico,
terrorismo, corrupción y dictadura se alimentaron mutuamente. ¿Por qué
tendría alguien que preferir las leyes del Estado, si estas fueron
capturadas por el crimen organizado? El fujimorismo nos vendió la
ilusión de haber vencido al terror, pero eso no es verdad, simplemente
cambió su administración y se instaló en la presidencia del directorio.
Creo que la única manera de vencer a esta monstruosa Hydra de tres
cabezas (narcotráfico, terrorismo y corrupción), es forjando un Estado
transparente, de manera que la diferencia entre el bien y el mal, en
este terreno, sea evidente. El Estado debe ser tan moralmente superior a
la delincuencia, que resulte imposible no distinguirlos, sobre todo en
un país donde el Estado despierta una natural desconfianza, ya que
durante mucho tiempo ha sido un instrumento de dominación y corrupción
institucionalizada.
Por todo esto, es sumamente grave observar que muchos de los que han
gobernado en los últimos años son sospechosos de graves delitos.
Igualmente lamentable es observar la posición moralizadora que ahora
tienen los que pertenecieron a la mafia de los años noventa. Es
necesario destapar todas las ollas y exhibir, así como sancionar, hasta
el último detalle. Un Estado eficiente, honesto y equitativo, con el que
todos los peruanos podamos identificarnos, es la única manera de vencer
a la Hydra y a una de sus nuevas cabezas: la nostalgia del fujimorismo.
Esta columna se tomará unas vacaciones y volverá dentro de algunas semanas.
LA PRESENCIA DE MOVADEF EN MUCHAS UNIVERSIDADES PÚBLICAS, DE
FORMA EXPLÍCITA AUNQUE TAMBIÉN CLANDESTINA, RESULTA MÁS QUE PREOCUPANTE
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