Un respiro para Siria pero EEUU sigue con sus planes
Tema de actualidad: Posible ataque contra Siria
La moderación y la prudencia pueden hacer y corregir muchas cosas (Carl Friedrich Zelter, 1758-1832)
Cuando
ya el presidente de los Estados Unidos Barack Obama estaba por desatar su
descabellado “ataque limitado” contra Siria, poniendo en peligro no solamente al
Medio Oriente sino la paz en el mundo entero, apareció como por milagro la
propuesta del presidente de Rusia, Vladimir Putin de desmantelar el arsenal
químico de Siria y así acabar con los pretextos para una nueva guerra inminente
en la región.
El problema con los milagros es que son muy raros en este Siglo
XXI de arrogancia y vanidad pues duran muy poco. Mientras la propuesta de Putin
ofrecía una salida honorable a Barack Obama del serio enredo en que se metió
bajo la influencia de sus halcones iluminados, la Casa Blanca anunciaba el
inicio del suministro de armamento a los “rebeldes” sirios y por supuesto a sus
carniceros de al Qaeda.
A la vez el presidente de Siria, Bashar al-Assad,
quien aceptó la propuesta de Rusia de poner su arsenal químico bajo el control
internacional para evitar así el ataque norteamericano, puso también sus
condiciones, diciendo que el desarme químico de Siria podría llevarse a término
y ser aceptable “cuando EE.UU. deje de amenazar, buscar una agresión y cuando
cese el suministro de armamento a los terroristas”.
Por supuesto, Washington
jamás aceptará estas condiciones pues tiene un plan preconcebido desde hace más
de 10 años de no dejar independiente ningún país en el Medio Oriente para evitar
el surgimiento de nuevos nacionalistas y populistas en la región, así como fue
el ex presidente de Egipto Gamal Abdel Nasser entre 1952 y 1970. En realidad,
solamente así podrán tener un control absoluto de los enormes recursos
energéticos que poseen la mayoría de los países árabes.
El respiro que
ofreció el presidente Putin le llegó a Washington como un salvavidas, pues
Estados Unidos no está listo para esta aventura bélica contra Siria. Primero, la
clase política norteamericana no está convencida de la necesidad de una nueva
guerra de impredecibles resultados. Segundo, La Cámara de Representantes no
habría tenido quórum para autorizar una acción bélica contra Siria. Tercero,
casi un setenta por ciento de los norteamericanos se han pronunciado en contra
el nuevo plan bélico de Barack Obama. Cuarto, excepto a su fiel servidor, el
presidente de Francia Francoise Holland, Washington no ha sido capaz de formar
una fuerte coalición para iniciar su “ataque limitado”. Quinto, la cumbre del
G-20 en San Petersburgo mostró un gran desacuerdo entre los BRICS (Brasil,
Rusia, India, China y Sudáfrica) opuestos al ataque militar norteamericano
contra Siria y el G-7 (Estados Unidos, Canadá, Francia, Reino Unido, Alemania,
Italia, Japón). Sin embargo, Alemania, Italia y el Japón no mostraron un gran
entusiasmo por la guerra y el parlamento británico prohibió al gobierno
participar en la nueva empresa bélica de Barack Obama.
Sexto, Washington no
ha logrado convencer a la opinión pública mundial sobre la culpabilidad del
régimen de Siria por el uso del gas sarín en un suburbio de Damasco. Séptimo,
las fuerzas de oposición, que Washington bautizó como “rebeldes”, no están
unidas y están envueltas en permanente rivalidad en términos étnicos, religiosos
e intereses locales. Octavo, en contraste a la oposición, el gobierno de Assad
goza del apoyo de la mayoría de la población y de sus Fuerzas Armadas que
cuentan con 250.000 militares bien entrenados y armados. Noveno, Damasco tiene
asegurada la ayuda de Irán, Líbano, Rusia y posiblemente la de
China.
Teniendo en cuenta todas estas condiciones y el fracaso de su show
mediático, acusando a Siria ser culpable por “el uso de armas químicas contra
la indefensa población civil”, Washington ha tenido que aceptar por el momento
el Plan de Putin. En realidad esta idea fue discutida durante el encuentro
privado entre los dos líderes que asistieron a la reunión del G-20 en San
Petersburgo. Después fue lanzada a la opinión mundial como una iniciativa propia
del secretario de Estado, John Kerry y posteriormente presentada por el
presidente Putin, usando el diario New York Times a fin de “dirigirse
directamente a los ciudadanos y personalidades políticas estadounidenses”. Dijo
que “Partimos del principio que en el mundo actual, complejo y lleno de
turbulencias, mantener el orden legales uno de los pocos métodos para evitar que
las relaciones internacionales se hundan en caos”.
Afirmó también que “No
defendemos al gobierno sirio sino el derecho internacional” haciendo
advertencia que utilizar la fuerza por fuera de la legítima defensa o del marco
de una decisión de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) “es inaceptable”
y “constituiría un acto de agresión”. También advirtió al pueblo norteamericano
que “En la cabeza de millones de personas del planeta Estados Unidos no es un
ejemplo de democracia sino un jugador que apuesta exclusivamente a la fuerza
brutal”.
Sin duda alguna fue una buena jugada del presidente Putin que
proyectó a Rusia como un importante actor geopolítico en el actual laberinto
internacional y al mismo tiempo hizo tranquilizar a las elites rusas –
abiertamente pro norteamericanas, que tenían miedo a un brusco enfriamiento de
las relaciones con Norteamérica.
También Vladimir Putin dio una lección a la
prensa rusa, la mayoría de cuyos representantes nunca han ocultado su admiración
por los Estados Unidos. Ellos anunciaban que Rusia iba a entregar Siria igual
como lo hizo con Libia debido a la incuestionable superioridad norteamericana.
Para muchos medios de comunicación rusos al servicio de los globalizadores,
Putin es considerado como débil mientras que Obama es muy fuerte. Resultó algo
diferente. Por algo Winston Churchill dijo en 1939 que “Rusia es un acertijo
envuelto en un misterio dentro de un enigma”.
A primera vista, la propuesta
de Rusia de poner armas químicas que posee Siria bajo el control internacional y
previa adherencia del gobierno de Bashar al-Assad a la Organización para la
Prohibición de las Armas Químicas (OPCW) es razonable y viable. Pero
inmediatamente surge un serio problema para Siria: al deshacerse de sus armas
químicas, el país perderá su poder disuasivo que haga contrapeso a las armas
nucleares y químicas que posee Israel lo que podría alentar el belicismo de Tel
Aviv. Para restaurar el actual muy precario equilibrio militar en el Medio
Oriente, Irán se vería obligado a obtener sus armas nucleares.
Hace varios
años antes de su muerte, el líder libio Omar Gaddafi para congraciarse con la
OTAN, es decir Estados Unidos, desmanteló su programa nuclear y su sistema de
defensa antiaérea. Lo que pasó después ya lo saben todos, su país fue
bombardeado y Gaddafi fue horriblemente linchado frente a los ojos del mundo.
Actualmente, de acuerdo al Boletín de los Científicos Nucleares, Israel posee
alrededor de 400 bombas atómicas y tiene un abundante depósito de armas químicas
que usó en 2006 durante la invasión a Líbano.
El 17 de enero del 2009 cuando
atacó Gaza usó fósforo blanco que es un arma química prohibida para atacar zonas
pobladas. Según un documento desclasificado de la CIA, Israel posee su arsenal
químico y biológico junto con el nuclear en un área del desierto de Negev.
Teniendo en cuenta que el país nunca ratificó la Convención sobre la prohibición
del Desarrollo, Producción, Almacenaje y Uso de Armas Químicas y sobre su
Destrucción, existe un peligro latente para Siria, Palestina, Irán o
Líbano.
Y ni que hablar del protector e incondicional aliado de Israel,
Estados Unidos. El cinismo de Barack Obama ya superó a definición académica
sobre “desvergüenza, imprudencia” cuando hace declaraciones como la reciente
referente a Siria:”El uso de armas químicas viola las leyes de guerra”. Parece
que el Premio Nobel de la Paz se olvida que Norteamérica lanzó entre 1962 y 1971
más de 20 millones de galones del agente naranja (75.708236 litros) sobre
Vietnam, Cambodia y Laos. En informe del Senado estadounidense de 1970 se decía
que cada vietnamita fue expuesto a 2,7 kilos de dioxin.
Tampoco se acuerda el
presidente Obama que en 1997 Estados Unidos se comprometió a decomisar 31.000
toneladas del gas sarín, VX (agente nervioso), gas mostaza, y otros agentes
químicos en 10 años. En 2007 pidió una extensión de cinco años a la Convención
sobre la Prohibición de las Armas Químicas y en 2012 declaró que recién en 2021
cumplirá con su compromiso. Mientras tanto el Pentágono puso en marcha su
proyecto de armas biológicas que podrían borrar de la faz de la tierra pueblos
enteros. No hay que olvidar que había sido el occidente y en particular Estados
Unidos y la Gran Bretaña eran los que entregaron a Siria armas químicas en
contrapeso a las armas nucleares de Israel. Todo esto se quedó en el olvido
debido a los cambiantes intereses nacionales de Norteamérica y de sus
globalizadores iluminados.
Groucho Marx tenía razón cuando dijo que “La
política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico
falso y aplicar después los remedios equivocados”.
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