Gracias al zafarrancho político de la semana, la mayoría de los peruanos olvidó que la economía peruana se encuentra al borde de una crisis de inversión macroeconómica.
Por: Jorge Yui
Probablemente se trate de un especialista de imagen, enquistado en las más altas esferas del Gobierno, o de algún asesor de telerrealidad cobrando jugosos honorarios quien, en los últimos días, dirigió la campaña de todos contra todos que prácticamente ha copado los canales mediáticos. Modelado sobre los espectáculos de la lucha libre, el objetivo final es sumir a los espectadores en una suerte de histeria colectiva provocada gracias a la capacidad sobrehumana de los luchadores de asimilar e infligir dolor, al asombro que despiertan sus aparatosas caídas, a la alternancia de sus gemidos y sufrimientos, mientras se turnan rítmicamente en el rol de torturadores y víctimas de las sevicias que se infligen en el cuadrilátero.
La primera tanda la propinaron las chicas malas del Poder Judicial, con su lema de “con los ovarios bien puestos”, quienes aplicaron una dolorosa llave al más importante pero también el más blando de sus oponentes: Pedro Pablo Kuczynski, a quien prácticamente acusaron de haber recibido coimas. Prestamente, saltó en su ayuda su escudero, el primer ministro Fernando Zavala, quien intentó liberarlo respondiendo con alguna toma técnica a las atacantes, pero sin mayor consecuencia. Al mismo tiempo, saltó al ring la propia ministra de Justicia, quien parecía no entender la lógica de la lucha y terminó repartiendo golpes a ambos bandos por igual.
Rápidamente otros luchadores se sumaron a la turbamulta: un grupo de congresistas se ensañó con el vicepresidente Martín Vizcarra, quien lleva varios días atrapado entre las cuerdas del ‘affaire’ Chinchero y es castigado inmisericordemente, y por igual por parte de fujimoristas, apristas, acciopopulistas e incluso algunos pepekausas. También la ministra de Educación fue arrastrada al centro del cuadrilátero por breves momentos, pero hábilmente comunicó que estaba desmontando la reforma curricular sin ser “un retroceso”.
En este folclórico espectáculo no faltaron las cómicas intervenciones de las comparsas menores que desde el Congreso lanzaron provocaciones al ministro del Interior sobre el peso o sobrepeso de los policías, o quienes continúan insistiendo sobre el riesgo de volver homosexuales a los niños peruanos a través de los textos escolares.
En conclusión, y gracias al zafarrancho político de la semana, la mayoría de los peruanos olvidó que la economía peruana se encuentra al borde de una crisis de inversión macroeconómica que rápidamente puede afectar el consumo de los peruanos de a pie y que quizás en estos momentos nuestra mayor mina de cobre y una de las mayores del mundo se haya declarado en huelga.
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