REFLEXIONES COMPROMETIDAS
Las competencias de aprendizaje son logros educativos que se expresan mediante comportamientos eficaces y éticos, los cuales combinan de manera integrada y dinámica capacidades, conocimientos, así como valores y actitudes. Los currículos modernos se formulan por competencias.
Por ejemplo, si el docente propone a sus estudiantes de cuarto de secundaria que, de manera grupal, estudien el "fallo de La Haya", debe impulsar el despliegue de capacidades de indagación, comprensión, análisis y pensamiento crítico; la adquisición de conocimientos geopolíticos, económicos, históricos y jurídicos; y, por supuesto, la interiorización y práctica de valores tales como: cooperación, responsabilidad, tolerancia y respeto. Todo ello, por supuesto, teniendo en cuenta el desarrollo cognitivo y socio-afectivo de los estudiantes y la complejidad del conocimiento.
Por lo señalado, es preocupante que en el documento "Marco Curricular Nacional. Propuesta para el Diálogo II versión del MINEDU" se diga: "(...) Una competencia no conlleva una ética necesariamente, pues la habilidad de resolver problemas y lograr metas con eficacia, al igual que cualquier otra expresión de la inteligencia humana, puede ser usada para el bien o para el mal si la persona no ha aprendido a distinguirlas. Es la persona que va aprendiendo a actuar competentemente la que requiere en paralelo aprender a actuar con un código ético (...)".
Esto podría entenderse como que hay que promover la competencia y la ética por dos rutas paralelas, pero distintas. Y lo real es que para que una persona se desempeñe competentemente en la vida es indispensable que los valores, las capacidades y los conocimientos se logren en el "mismo acto pedagógico" (en esencia formativo) de cualquier área curricular o asignatura del plan de estudios, a través de un solo y único camino metodológico de enseñanza. Una competencia de aprendizaje necesariamente sí conlleva una ética.
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