Escribe: Suriel Chacon
Es conveniente preguntarnos: ¿desde qué lugar del mundo Odebrecht operó como una firma del crimen organizado? Desde Lima, puesto que Marcelo Odebrecht y Jorge Barata, dos enviciados empresarios, se reunían en la indicada ciudad con los testaferros de los líderes mundiales (presidentes, ministros y viceministros) para fracturarles la mano con varios millones, con el objeto de ganar licitaciones para multimillonarias obras públicas: Oderecht y Barata planificaban en Lima como actuar y ejecutar sus propósitos macabros en todo el continente y, también decidían como intervenir en las políticas de más de 12 países; de acuerdo con la información oficial de la Policía Federal y de la Justicia de Brasil. Además, es apropiado citar que estos testimonios provienen del propio Marcelo Odebrecht, quien también le ofreció información clasificada al Departamento de Justicia de los Estados Unidos de Norte América.
Odebrecht creó una complicadísima red de empresas fantasmas, o firmas fachadas para lavar dinero, asimismo, los depósitos en las cuentas bancarias de los sobornados tenían que transitar por más de cuatro paraísos fiscales para que llegue al beneficiario final. Esa oficina donde se resolvía a quién romperle la mano utilizaba dos programas informáticos de contabilidad y registro de los corruptos: MyWebDay y Drousys. Es más, hasta habían creado una división de “Operaciones Estructuradas” en Lima, que era la suerte de una oficina oficial de la corrupción. Esta información lo descubrieron en junio de 2016 la Policía Federal y los magistrados de Brasil, y fue verificada y aceptada por el propio Marcelo Odebrecht, quien confesó la existencia de la “División de Operaciones Estructuradas” (Departamento de Sobornos) al momento de firmar los documentos del acuerdo para acogerse al programa “delación premiada” en Brasil, y a la “colaboración” con la justicia de los EE.UU., con el fin de reducir los años de prisión que pesan contra él.
Esta información corrobora que una de las primeras y más importantes oficinas con su respectiva “División de Operaciones Estructuradas” estuvo en Lima, Perú; aunque valgan verdades, esta compañía ya había empezado en los últimos años (2014 hasta el 2016) a habilitar más divisiones de esa índole en otros países de la región; también tuvo una oficina importante en Miami, EE.UU.
Es hora de que usted se pregunte: ¿Por qué esta empresa (Odebrecht) eligió a Lima, Perú como su base medular para que desde aquí se proyecten y programen nuevos sobornos?
La pregunta es muy ingenua, pero la respuesta es muy asequible: en Perú todo se vende y todo se compra y es aquí donde tengo que citar una canción noventera:
Es conveniente preguntarnos: ¿desde qué lugar del mundo Odebrecht operó como una firma del crimen organizado? Desde Lima, puesto que Marcelo Odebrecht y Jorge Barata, dos enviciados empresarios, se reunían en la indicada ciudad con los testaferros de los líderes mundiales (presidentes, ministros y viceministros) para fracturarles la mano con varios millones, con el objeto de ganar licitaciones para multimillonarias obras públicas: Oderecht y Barata planificaban en Lima como actuar y ejecutar sus propósitos macabros en todo el continente y, también decidían como intervenir en las políticas de más de 12 países; de acuerdo con la información oficial de la Policía Federal y de la Justicia de Brasil. Además, es apropiado citar que estos testimonios provienen del propio Marcelo Odebrecht, quien también le ofreció información clasificada al Departamento de Justicia de los Estados Unidos de Norte América.
Odebrecht creó una complicadísima red de empresas fantasmas, o firmas fachadas para lavar dinero, asimismo, los depósitos en las cuentas bancarias de los sobornados tenían que transitar por más de cuatro paraísos fiscales para que llegue al beneficiario final. Esa oficina donde se resolvía a quién romperle la mano utilizaba dos programas informáticos de contabilidad y registro de los corruptos: MyWebDay y Drousys. Es más, hasta habían creado una división de “Operaciones Estructuradas” en Lima, que era la suerte de una oficina oficial de la corrupción. Esta información lo descubrieron en junio de 2016 la Policía Federal y los magistrados de Brasil, y fue verificada y aceptada por el propio Marcelo Odebrecht, quien confesó la existencia de la “División de Operaciones Estructuradas” (Departamento de Sobornos) al momento de firmar los documentos del acuerdo para acogerse al programa “delación premiada” en Brasil, y a la “colaboración” con la justicia de los EE.UU., con el fin de reducir los años de prisión que pesan contra él.
Esta información corrobora que una de las primeras y más importantes oficinas con su respectiva “División de Operaciones Estructuradas” estuvo en Lima, Perú; aunque valgan verdades, esta compañía ya había empezado en los últimos años (2014 hasta el 2016) a habilitar más divisiones de esa índole en otros países de la región; también tuvo una oficina importante en Miami, EE.UU.
Es hora de que usted se pregunte: ¿Por qué esta empresa (Odebrecht) eligió a Lima, Perú como su base medular para que desde aquí se proyecten y programen nuevos sobornos?
La pregunta es muy ingenua, pero la respuesta es muy asequible: en Perú todo se vende y todo se compra y es aquí donde tengo que citar una canción noventera:
“un terrorista, dos terroristas, un guerrillero emerretista, un traficante en el Huallaga, el búfalo aprista, Agustín Mantilla, Alan García y su compañía, Villanueva del campo, me da tanto asco, Como chirino soto con su cara de poto, como cinco policías en la esquina de Larco, vendiéndole grifas a los más zampados, y con tal corrupción hay en todos lados, Y por cinco lucas me compro un disputado, un juez, un fiscal, Un par de abogados, Un arquitecto y un sub prefecto, Un novelista un par de periodistas, un arzobispo, un cardenal, una virgen q’ llora y una virgen de verdad, y quizás va Fujimori”.
Es una
vergüenza que ningún “comunicador”, “periodista” o algún “tradicional
medio de comunicación” se haya atrevido (teniendo todas las evidencias) a
calificar a la clase política de Perú, y específicamente a la de Lima
como la más corrupta del continente: porque, señores, valgan verdades,
los políticos peruanos en los últimos 33 años se han convertido en los
más pútrido de la región, y deshonran a la gloriosa historia de una
bendecida nación llamada: Perú.
Es cierto: el
título de poseer a la clase política más infecta de todo el continente
lacera y golpea duramente nuestra imagen como nación, pero “al pan pan y
al vino vino”: a las cosas y la coyuntura hay que llamarlas por su
nombre, sin necesidad de estar buscando ornamentos ni aderezos para que
los epítetos suenen menos afrentosos.
Solo los que
poseen los dos dedos de frente bien puestos, los que aún guardan dosis
de cordura, congruencia y sentido común estarán de acuerdo con que es
valioso, trascendental y conveniente que, ahora mismo, todos los
peruanos, y específicamente los limeños admitan que viven en una
sociedad que ya se acostumbró a lo putrefacto, podrido, descompuesto,
prostituido y degenerado.
Sí, es hora
de que lo admitan públicamente y que reconozcan que si la clase política
y empresarial de la República ha operado de esta manera tan envilecida,
como en el caso Odebrecht, Camargo Correa, Graña y Montero y JJ Calmet
Ingenieros, ha sido también nuestra gran responsabilidad, puesto que
hemos dado las riendas de nuestro país a estos gobiernos. Por eso, el
escándalo ‘Lava Jato’ nos tiene que ofrecer un justo escarmiento,
amonestación y consejo, y teniendo nítida y esclarecida nuestra
realidad, pues la tarea será rehabilitar, reformar, recuperar las bases y
los núcleos políticos de los movimientos democráticos del Perú. Y
empezar, desde un nuevo cuaderno, a reescribir nuestra historia, y
especialmente a limpiarle el rostro a nuestro país, ya que, ahora mismo,
está siendo visto como un país bananero, precisamente, por culpa de los
tradicionales políticos que siempre han tenido la consigna de: “En Perú
todo se vende y todo se compra”.
Por amor a
nuestros colores patrios y a esta bendecida geografía, que no tiene nada
que ver con la sociedad que le ha tocado tener: es hora de la
reingeniería y reestructuración integral.
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