Ítalo Oberto-Besso
Durante muchos años se ha repetido hasta el hartazgo la necesidad de tomar acciones para superar la crisis de descrédito que enfrenta la clase política ante sus representados. Sin embargo, los mismos políticos se han esmerado en recurrir a la agresión y el insulto, con el objetivo de obtener los aplausos fáciles, aunque a la larga haya significado el demérito de todo el sistema político.
Flaco favor le hace a la clase política esa permanente pendencia que llega cada cierto tiempo a bronca de esquina. La población aprecia la política como la extensión de los escándalos de farándulas y apagan el televisor hasta el día siguiente a espera de la reacción del agraviado que debe esforzarse por buscar un adjetivo más doloroso (Panem et circenses, recuerdan algunos).
Ayer, los miembros de la Comisión de Ética insistieron en minimizar el exceso verbal de Daniel Abugattás (llamar ‘ratas’ a sus colegas y pedir botar a patadas a un embajador).
Olvidan los parlamentarios que su díscolo colega ha sido presidente del Congreso y una figura importante del oficialismo, tanto en el Congreso como en el propio partido. Además pretenden ignorar que el arrebato verbal es habitual en su actividad política. Sería bueno saber cuál es su producción legislativa y de representación, si justifica, además de las agresiones, los votos que lo llevaron al Congreso.
Olvidan los parlamentarios que su díscolo colega ha sido presidente del Congreso y una figura importante del oficialismo, tanto en el Congreso como en el propio partido. Además pretenden ignorar que el arrebato verbal es habitual en su actividad política. Sería bueno saber cuál es su producción legislativa y de representación, si justifica, además de las agresiones, los votos que lo llevaron al Congreso.
De otro lado, Alan García llama peyorativamente al presidente Ollanta Humala ‘primer damo’. La reacción del oficialismo, aunque de evidente malestar, no resultó de mayor importancia. En todo caso, mucho tiempo antes Humala lo había llamado ‘cabrón’ y recientemente el término ‘panzón’ era repetido innumerables veces en sus discursos presidenciales.
A manera de popular perejil, cuya cuota de humor se centra en las cachetadas que se reparten los payasos con grandes manoplas y terminan persiguiéndose alrededor de todo el circo, mañana habrá una nueva agresión para el deleite popular, mientras la verdadera política, aquella que se preocupa por las necesidades del país y evalúa cómo superar el frenazo económico o intenta no ahorcar a los independientes con aportes pensionarios abusivos, sigue relegada en carpetas y escritorio.
A manera de popular perejil, cuya cuota de humor se centra en las cachetadas que se reparten los payasos con grandes manoplas y terminan persiguiéndose alrededor de todo el circo, mañana habrá una nueva agresión para el deleite popular, mientras la verdadera política, aquella que se preocupa por las necesidades del país y evalúa cómo superar el frenazo económico o intenta no ahorcar a los independientes con aportes pensionarios abusivos, sigue relegada en carpetas y escritorio.
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