martes, 12 de agosto de 2014

El expediente Prado

Javier Valle-Riestra
Acaba de salir un extraordinario libro titulado “El expediente Prado”, del que es autor Víctor Andrés Garcia Belaunde. Se refiere a las peripecias proditoras y mercantiles del expresidente (1879) Mariano Ignacio Prado Ochoa.Le agradezco mucho el haberme mencionado en la introducción. Dice allí: que de alguna manera, su interés por indagar más sobre la historia en torno a Mariano Ignacio Prado surge a raíz de un debate que se dio en el Parlamento sobre los permisos de los viajes presidenciales vinculado  a un proyecto de ley sobre el tema, presentado por él; “y  comentado por el jurista y entonces parlamentario Javier Valle Riestra, en un artículo que él públicó en el diario Expreso bajo el título de “Prado y los viajes presidenciales”.
Pero yendo al desertor viaje del general  Prado en 1879 recuerda a Basadre quien  dijo:  “La historia independiente no puede menos que censurar el viaje de Prado”. Es una frase eufemística. La frase lapidaria  viene de Don Nicolás de Piérola, quien a cargo del poder por la deserción de Prado dictó un decreto el 22 de mayo de 1880. Privándolo del título y los derechos de ciudadano del Perú y condenándolo a degradación militar pública. La norma sostenía textualmente las siguientes frases ominosas:
Que si la ignominiosa conducta del expresidente general Mariano Ignacio Prado durante la campaña con Chile, terminada por su vergonzosa deserción y fuga, solo puede tener por condigna pena la reprobación universal, ni la republica ni su ejercicio pueden consentir en que continúe gozando por más tiempo del valioso título de ciudadano y general del Perú.
Y terminaba con las siguientes frases lapidarias: Artículo único. Don Mariano Ignacio Prado queda privado para adelante del título y los derechos de ciudadano del Perú y condenado a degradación militar pública tan pronto como pueda ser habido”.
El libro no es un panfleto; es un trabajo erudito digno de la pluma de su abuelo Víctor Andrés Belaunde. La frase más radical aparece en la página 328. En que aludiendo a textos de diplomáticos extranjeros expresa “tampoco se dice nada de su traidora huida del país el 18 de diciembre de 1879. Silencio total”. Pero el castigo moral a Prado fue efímero. Se derogaron por Cáceres las normas que lo afrentaban. Arribó al Callao el 13 de julio de 1886. Incluso lo recibió un edecán del presidente. Y un grupo de gente lo apedreó. Punto.

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