Dice que "preferiría morir" antes de volver a
su casa.
Se trata de la niña que, según su testimonio,
se negó a las órdenes de su hermano de detonar un chaleco con explosivos dentro
de un puesto de control en la provincia de Helmand, en Afganistán.
Su historia, que recorrió el mundo, pone de
manifiesto la trágica realidad que viven muchos menores en el país.
Ahora la pequeña, conocida únicamente como
Spozhmai, le contó a la BBC del maltrato que recibe en su hogar y cómo su
hermano la llevó hasta un puesto de vigilancia una noche para perpetrar un
atentado suicida.
Las autoridades afganas evalúan qué hacer con
ella, dado que parece evidente que si la devuelven donde su familia podrían
forzarla otra vez a hacer lo mismo o podría sucederle algo grave.
Su testimonio revela de
una manera dramática la situación de desesperanza de las menores en el
Afganistán rural, sin posibilidad de educación o de superación alguna y vulnerables
al abuso o a ser reclutadas por extremistas.
La única opción, dice el periodista del
Servicio Pashto de la BBC Darwood Azami, es que la lleven a un refugio en la
capital, Kabul, para que le den albergue y educación.
Negativa al atentado
Se estima que Spozhmai tiene apenas 10 años,
aunque esto no está confirmado.
Una noche, a comienzos de enero, cuando el
mulá llamaba a oraciones, su hermano la sacó de la casa, le llevó cerca de un
puesto de control de la policía, le dijo que se pusiera un chaleco y le mostró
cómo operarlo, relató ella en una entrevista con la BBC.
"Me di cuenta que se trataba de un chaleco
suicida porque era más pesado que lo normal", contó Spozhmai. "Me dijo que si lo
activaba, toda esa gente moriría y que a mí no me pasaría nada. Pero yo sabía
que no sobreviviría".
La menor, atemorizada, se negó a hacerlo. Su
hermano, quien -se cree- es un recluta del Talibán, se puso violento con ella,
la golpeó y la dejó en el desierto cerca de la estación de policía.
"Después de que mi hermano me abandonó, dormí
en el desierto. No había nadie. Luego, por la mañana, se me acercó alguien que
me llevó adentro y me dijo: 'Debes contarle tu historia a nuestro
comandante'".
Eso fue lo que hizo, recalcando: "Ellos me
encontraron, yo no los busqué".
Maltrato en casa
Las opciones para las niñas en la Afganistán rural son muy
limitadas.
Pero, al escuchar la historia, el comandante
de la estación quiso devolverla a su casa, a lo cual niña se opuso.
Allí muy seguramente sería maltratada y
obligada una vez más por su hermano o incluso su padre -dice ella- a intentar
realizar un atentado suicida.
La cultura afgana es de por sí un patriarcado,
pero en las provincias las perspectivas de una niña son casi nulas. La vida de
hogar que Spozhmai le describió a la BBC era desalentadora.
Tiene una madrastra que "no es buena" con
ella. Dijo que trabajaba en todos los quehaceres de la casa: cocinar, hornear el
pan, lavar la ropa y limpiar la vivienda. Aun así, aseguró que nada les
complacía y que la trataban como una esclava.
Relató que nunca fue a la escuela porque nadie
se preocupó por que lo hiciera. No puede leer una sola palabra y es poco lo que
sabe en general porque nunca le enseñaron nada.
"Mi hermano me dijo que estaba en este mundo
para morir, no para aprender o hacer otras cosas. Que mi voz no valía para nada,
sólo estaba aquí para hacer el deber".
Las autoridades están tratando de confirmar
hasta donde participó el padre en el frustrado atentado, pero Spozhmai aseguró
que él sabía todo lo que estaba sucediendo y que estaba en concierto con los
hermanos.
La menor manifestó que quiere desentenderse de
su familia y ha sido trasladada a la capital provincial hasta que se resuelva su
situación. El gobierno dijo estar negociando con líderes tribales en la
provincia para garantizar su seguridad, pero eso no la convence.
"Así sea que el gobierno diga que garantiza mi
seguridad yo no voy a volver. Pasará lo mismo, ya me lo han dicho. Si no lo hice
una vez me obligarán a hacerlo de nuevo", aseguró. "Preferiría matarme a
regresar".
Pocas opciones
Muchas niñas afganas no acceden al sistema
educativo.
Un portavoz del Talibán negó participación en
el caso, que calificó de propaganda del gobierno. "Nunca haríamos eso,
especialmente involucrando a niñas. Es completamente contrario al Islam",
afirmó.
Lo cierto es que las niñas muy raramente son
reclutadas para llevar a cabo atentados, aunque el uso de menores es una
creciente tendencia.
El caso de Spozhmai es apenas uno de tres que
se conocen, explicó Darwood Azami, del Servicio Pashto de la BBC.
Uno fue en el sur de Afganistán, donde
aparentemente colocaron explosivos en la canasta de una niña.
"La canasta explotó y mató a la niña", señaló
Azami. "El otro caso sucedió en Pakistán, con una niña que dijo haber sido
secuestrada y ordenada a activar un chaleco con explosivos, pero fue arrestada
antes de que lo hiciera".
El periodista del Servicio Pashto explicó que
es muy difícil para estas niñas negarse a las órdenes familiares, pues el hogar
es el único sitio donde pueden tener un techo o alimentarse.
Para niñas vulnerables como Spozhmai, las
opciones son muy limitadas.
Podría irse a vivir con sus hermanas en otras
provincias, pero estaría expuesta a que sus hermanos llegaran hasta ella y no
habría cómo protegerla.
"Lo más probable es que la lleven a un refugio
en Kabul donde podrá educarse y vivir una vida decente", concluyó
Azami.
No hay comentarios:
Publicar un comentario