CURA CIPRIANI, UN PARASITO QUE ES MANTENIDO POR EL ESTADO
Por: Herbert Mujica Rojas
Jueves 16 de agosto de 2012
Cura Cipriani mintió al Perú.
No una sino en múltiples oportunidades el cura Juan Luis
Cipriani ha dicho públicamente que la jerarquía de la más grande ONG
que hay en el Perú, la Iglesia Católica, no ganaba igual que los
ministros. Gracias a la tenacidad e investigación de Humberto Ramírez
Arroyo, es posible dar a conocer los documentos que aquí publicamos que
desmienten lo afirmado por Cipriani. ¿Es también virtud de la fe mentir y
hacerlo con descaro y contumacia como lo ha hecho el señor de marras?
El Perú gasta dinero en sectores ociosos. Un concordato
firmado entre Perú y el Estado del Vaticano, en 1979, entre gallos y
medianoche, configura un tratado internacional que ningún Congreso ha
ratificado y menos estudiado. Su anulación inmediata, terminal y
contundente, es premisa ineludible para cualquier estudio decente que
proponga separar al Estado de la Iglesia, cualquiera la confesión que
profese. El Estado no puede mantener a improductivos cuya única misión
al llegar con los socios hamponescos de la conquista, fue expoliar al
Perú, depredar sus riquezas naturales y mineras y repartirse, como hacen
las mafias, los sectores de influencia para incrementar sus botines.
Cualquier otra cosa intermediante, es adefesio o caricatura de Estado
laico.
El DS No. 146-91-EF, firmado por Alberto Fujimori
Fujimori, Carlos Boloña Behr y Carlos Torres y Torres Lara y de fecha
2-6-1991, decreta en su primer artículo: “Modifíquese las referencias
establecidas en el Artículo 1º del DS. No. 275-89-EF, en la forma
siguiente: a) Cardenal, Arzobispo Primado, equivalente al 100% del Monto
Unico de Remuneración Total de un Ministro de Estado.”
¿Qué puede decirnos sobre el particular el cura Cipriani?
El DS. No. 275-89-EF, firmado por Alan García Pérez,
Guillermo Larco Cox, César Vásquez Bazán y María Angélica Bockos de
Grillo, de fecha 23-11-1989, decía en su Art. 1: “Modifícase las
referencias establecidas en el Art. 1 del DS. No. 249-87-EF, en la forma
siguiente: a) Cardenal Arzobispo Primado, equivalente al 100% de la
Remuneración Principal de un Ministro de Estado.”
Más aún.
El DS. 249-87-EF, firmado por Alan García Pérez, Gustavo
Saberbein y Carlos Blancas Bustamante, de fecha 17-12-1987, dice en su
primer artículo: “Las subvenciones que perciben por el Pliego del
Ministerio de Justicia los Obispos, Canónigos y personal eclesiástico y
civil al servicio de la Iglesia con asignación consignada en el
presupuesto del Régimen Eclesiástico serán equivalentes a las
Remuneraciones principales de los funcionarios y directivos del Estado,
establecidas por el DS. No. 107-87-PCM (Escala 01)…..”
Con el rótulo enorme de SECRETO, el DS. No. 380-86-EF,
firmado por Alan García Pérez, Luis Alva Castro y Carlos Blancas
Bustamante, de fecha 13-11-1986, dice en su artículo 1: “Las
subvenciones que perciben por el Pliego del Ministerio de Justicia los
obispos, canónigos y personal eclesiástico y civil al servicio de la
Iglesia con asignación consignada en el presupuesto del Régimen
Eclesiástico serán equivalentes a las remuneraciones principales de los
funcionarios establecidas por el DS. No. 057-86-EF (Anexo No. 1), …..”.
¿A qué se debe el secreto de esta norma?
También bajo el sello de SECRETO, el DS. 394-85-EF,
firmado por Alan García Pérez, Luis Gonzales Posada y Luis Alva Castro,
de fecha 2-9-1985, se dice en el artículo 1: “Las subvenciones
personales y pensiones que se otorgan al Régimen Eclesiástico, conforme
al DS. 222-80-EFC, de fecha 13-10-1980, se incrementarán en un monto
igual a dos veces el establecido por dicha norma legal”.
Como se ve, son varios los dispositivos entre secretos y
públicos los establecidos entre el primer gobierno de Alan García
Pérez, 1985-1990 y uno durante la administración del nipón Kenya
Fujimori. ¿Será por eso que la obsequiosidad que dispensa el mandatario
García a Cipriani llega hasta el ridículo de besarle la mano?
Cortesanías de esa naturaleza denigran al primer servidor público del
Perú y más aún tratándose de un confeso mentiroso y violador de derechos
humanos como es el capitán mayor de la cofradía católica, Juan Luis
Cipriani.
¿A cuento de qué hay que mantener una burocracia
panzona, progenitora oculta de muchos hijos e impulsadora de sectas
fanáticas, fascistas y reaccionarias que los políticos en Perú pretenden
no combatir hasta que caigan bajo su férula autoritaria y vayan
desconcertados al paredón? ¿A quién le ha preguntado el Estado si
queremos seguir manteniendo a seres improductivos cuya única misión en
Perú y Latinoamérica ha sido consagrar la mentira institucional de fe
que no cuestiona nada, acepta todo y encima permite tratados
internacionales que expolian el pobrísimo bolsillo del hombre y mujer
común corriente?
Si el Congreso tuviera pantalones, y hay esperanzas que
así lo demuestre, debería ¡inmediatamente! anular el concordato con la
Iglesia Católica y decantar al Estado de cualquier confesión. Quien
quiera creer que crea y lo que le venga en gana, pero que sufrague su fe
y sus mentiras ¡con su dinero! El sagrado recurso popular no se puede
tocar para causas ociosas y viles como la actual que Cipriani ha negado
varias veces.
Así de simple: ¡Cura Cipriani mintió al Perú!
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